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Nicolás Maduro continúa su dictadura mientras disfraza sus abusos con un tinte “democrático”. El proceso electoral del domingo pasado, mediante el cual se eligieron los integrantes de la Asamblea Nacional (AN), gobernadores, alcaldes y otros cargos regionales, tuvo como gran ganadora a la abstención a la que había convocado la dirigente opositora María Corina Machado. La comunidad internacional, comenzando por el Gobierno de Colombia, no debería avalar este tipo de farsa electoral.
El régimen está preparando el camino para que, una vez asuman los nuevos diputados de la AN, en siete meses, se presente una reforma constitucional que será aprobada por la bancada gobiernista, un 85 % de sus integrantes. Se estructuraría así una dictadura con un único partido, el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV). Nicolás Maduro está preparando a su hijo, Nicolás, para que asegure la sucesión presidencial a futuro, como ha hecho en Nicaragua otro dictador, Daniel Ortega. De esta manera, el futuro para el pueblo venezolano es cada vez más desolador. La única manera válida de encontrar una salida cierta es la de adelantar un real proceso democrático que haga valer la institucionalidad, asegure unas elecciones libres, con respeto por las garantías de todos los partidos políticos, y una observación internacional imparcial.
Mientras tanto, el panorama continúa siendo de gran complejidad para la oposición. Su voz más representativa, María Corina Machado, llamó a la abstención mientras algunos dirigentes opositores dentro del país acudieron a las urnas, entre ellos Henrique Capriles. Para Machado, la idea de participar el domingo no era más que un reconocimiento a un régimen que ha demostrado que no es confiable. Las elecciones del 28 de julio del año pasado dieron como ganador al candidato opositor Edmundo González. Su triunfo fue avalado por el Centro Carter y por un grupo de expertos de la ONU que observaron el proceso, quienes criticaron la falta de transparencia y señalaron el evidente fraude que llevó a cabo el Gobierno con el apoyo del órgano electoral. La abstención del domingo, que para el Gobierno fue del 55 %, a pesar de los centros de votación vacíos, llegó al 85 % según la oposición.
Capriles ha considerado ser “de los de los que cree que para reivindicar lo que este pueblo tiene en el corazón hay que expresarlo”. Otros dirigentes políticos, como la Alianza Democrática, de Timoteo Zambrano, y los llamados “alacranes”, que desde hace años conviven con el gobiernismo para asegurar su supervivencia, sostienen de tiempo atrás que no hay opción distinta a la de aprovechar cualquier resquicio de participación que abra el régimen para hacerse oír.
Con este panorama, el laberinto por el que atraviesa Venezuela continuará agravándose. En dos días la dictadura encarceló a más de 70 personas que pertenecían a los partidos abstencionistas. La ausencia de la mayoría de la oposición, para denunciar a escala internacional la falta de garantías, le permitirá al oficialismo no solo controlar la Asamblea Nacional a su antojo, sino tener 23 de los 24 gobernadores. En Venezuela se consolida un régimen autocrático que no abandonará el poder, mientras la comunidad internacional, Colombia incluida, vive en la apatía.
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