La noticia de un acuerdo con Portugal para elaborar los pasaportes colombianos a partir de abril del año entrante es un alivio después de tanta incertidumbre. Eso le da un tiempo a la Imprenta Nacional para la transformación que debe llevar a cabo; también le da claridad al país europeo para poner en marcha su cooperación y envía un parte de tranquilidad a todas las personas que necesitan cambiar de pasaporte en estos meses. Sin embargo, hay preguntas por responder en un proceso que debería ser mucho más transparente, y le queda extraño al Gobierno cantar victoria cuando una funcionaria salió por la puerta de atrás, básicamente acusada de traición, para luego terminar nombrándola en una embajada e implementado el plan que había presentado y dio pie a su salida.
En entrevista con El Espectador, Alfredo Saade, jefe de despacho de la Presidencia, celebró. “Lo que hicimos fue cumplir una orden y se firmó con Portugal. Entramos a un proceso de transición. El año entrante, cuando la Imprenta Nacional tome el poder, viene un pasaporte bellísimo; sé que todo el mundo lo va a querer tener”, dijo. En redes sociales, Laura Sarabia, excanciller y ahora embajadora en Londres, también celebró: “Me alegra que se haya aceptado la ruta planteada bajo mi administración para la expedición de pasaportes. Es un camino estructurado que trabajó un equipo responsable y técnico durante meses; equipo que fue maltratado. Con esto se ratifica que no estábamos equivocados y que el tiempo nos dio la razón”. Ahora, Sarabia fue nombrada embajadora en Londres.
En realidad, ambos tienen razones para celebrar... y otras tantas para ofrecerle disculpas al país. Sí, en efecto se cumplió el plan propuesto por Sarabia, pero lo cierto es que ni ella ni el anterior canciller, Luis Gilberto Murillo, avanzaron con rapidez más allá de formular planes. Eso causó la frustración del presidente de la República, Gustavo Petro, quien no quería continuar el contrato con Thomas Greg & Sons. Saade y el mandatario se comportaron de manera agresiva, forzando la salida de la canciller y estigmatizando al equipo del Ministerio de Relaciones Exteriores; todo para terminar haciendo lo mismo que se había planteado en el plan original. En efecto, fue necesario prorrogar a Thomas Greg & Sons para darle tiempo a la transición. Lo que en su momento dijeron múltiples voces, pero en la Casa de Nariño solo respondieron con hostilidad.
Ahora, también con El Espectador, Saade dice que todo lo pactado con Portugal “será público, para que no quede duda de absolutamente nada. Aquí no se trabajó nada debajo de la mesa”. No obstante, no tenemos información de los costos, si en efecto el cronograma se podrá cumplir y cómo fueron los diálogos para pactar algo con tanta velocidad. En medio del ruido mediático, nos enteramos mucho de quiénes del Gobierno se detestan entre sí, pero muy poco de los detalles más importantes del nuevo contrato y su implementación.
De todo esto nos quedará, eso sí, un nuevo acuerdo que le da capacidades al Estado colombiano para elaborar sus pasaportes. Eso es una buena noticia. Otros países lo hacen, como nuestro nuevo aliado, Portugal, y si en efecto creamos las capacidades para cumplir con todos los requisitos técnicos, no hay motivos para dudar de la idoneidad de los proveedores nacionales. Lo que el presidente y sus aliados nunca quisieron entender es que las críticas no buscaban defender a Thomas Greg & Sons como el único capaz de hacer los pasaportes, sino hacer valer las normas de contratación pública. Los métodos importan. Eso también es transparencia.
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