La elección de Rodrigo Paz, candidato de centro que logró atraer el voto del 54 % del electorado bajo el lema de “capitalismo para todos”, sepultó la presencia de Evo Morales y de su Movimiento Al Socialismo (MAS), que gobernó Bolivia durante los últimos veinte años. El candidato perdedor, Jorge Tuto Quiroga, representante de la derecha tradicional, apeló al sector empresarial y al apoyo del Fondo Monetario Internacional (FMI). Los retos que enfrentará Paz a partir de noviembre son muchos, con la posibilidad de lograr mayoría en el Congreso que le apruebe leyes vitales, mientras las calles continuarán en poder del MAS.
El presidente electo —hijo del expresidente socialdemócrata Jaime Paz Zamora— ha sido concejal, diputado, alcalde y senador. Para triunfar, contó con dos factores esenciales que jugaron a su favor. De un lado, a pesar de que Evo Morales pidió abstenerse a sus seguidores, un gran número de masistas prefirieron votar por Paz frente al temor de un triunfo de Quiroga. De otro lado, el candidato ganador dirigió su campaña a la nueva clase media indígena, que se benefició de los planes sociales impulsados por Morales y bajararon la pobreza del 60 % al 37 %. Esta nueva fuerza social no solo busca mantener su presencia en la vida económica mediante políticas claras de emprendimiento, sino aumentarla.
Así como las políticas sociales del MAS, desarrolladas sobre la base de la bonanza económica que vivió Bolivia durante buena parte de su permanencia en el poder, cuando pasó este período de mejoras debido a la caída del precio de los productos energéticos o mineros, el país se enfrentó a una situación de crisis. En especial durante el actual e impopular gobierno de Luis Arce. Como señalan los analistas, el Estado no tuvo recursos para distribuir entre la población, en especial la más afectada, con una gran escasez de dólares por parte del banco central, la devaluación de la moneda, una inflación que llegó al 25 % y la abrupta caída de las exportaciones.
Este resultado electoral demuestra hasta dónde ha cambiado Bolivia, un país en el cual el 80 % de la economía es informal y donde los indígenas aymaras no se identifican con su origen étnico, que ha sido la base de las propuestas del MAS, sino por su nueva condición social como personas con educación universitaria, empresarios, algunos de ellos con grandes fortunas, así como transportadores y comerciantes. En este sector el discurso de la lucha étnica y social ya no logra calar, como lo hacía antes, pues sus anteriores beneficiarios ya no quieren políticas estatistas y redistributivas, sino propuestas dirigidas a generar mayores espacios de emprendimiento y apoyo estatal para lograrlo.
En medio de la compleja situación económica, en el MAS se vivió una pelea frontal entre Morales y Arce. El expresidente tiene una orden de captura por presunta trata de una menor, por lo cual está escondido en la región del Chapare, su zona de origen cocalero, y no pudo participar en las elecciones como era su deseo. El resultado de esta confrontación masista es que el partido, dirigido por Arce, obtuvo poco más del 3 % de los votos en primera vuelta y se quedó sin representación en el Congreso.
El 8 de noviembre, cuando asuma la presidencia Rodrigo Paz, estará acompañado por su fórmula vicepresidencial Edman Lara, un capitán retirado de la policía muy popular en redes sociales, de posiciones conservadoras, quien ha promovido la mano dura contra la delincuencia y la corrupción. Este será otro tema complejo que deberá manejar Paz, pues se mencionan tensiones entre ambos. Deseamos que logren sortear la difícil situación para que el cambio en Bolivia lleve estabilidad y prosperidad al país.
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