Publicidad

Buscar la paz no puede olvidar que hay una guerra

Sigue a El Espectador en Discover: los temas que te gustan, directo y al instante.
24 de agosto de 2025 - 05:00 a. m.
Mientras el presidente de la República soñaba con firmar múltiples acuerdos de paz, los criminales se fortalecieron. Estamos pagando las consecuencias.
Mientras el presidente de la República soñaba con firmar múltiples acuerdos de paz, los criminales se fortalecieron. Estamos pagando las consecuencias.
Foto: EFE - Ernesto Guzmán Jr
Resume e infórmame rápido

Escucha este artículo

Audio generado con IA de Google

0:00

/

0:00

Gustavo Petro llegó a la Casa de Nariño con la convicción de ser el presidente de la paz, pero olvidó que seguimos siendo un país en guerra. Tal vez no lo reconoció, porque es cierto que los intereses de los grupos al margen de la ley hoy son muy distintos a lo que pasaba, por ejemplo, en los años ochenta y noventa. Quizás, como hemos especulado en este espacio en el pasado, sobreestimó su capacidad de llegar a acuerdos de paz por representar él la muestra viva de que las ideas de izquierda pueden llegar al poder por la vía democrática. También es cierto que la misión de su primer ministro de Defensa, Iván Velásquez, se concentró en atender las fallas de diseño institucional dentro de las fuerzas armadas, que a lo largo de los años llevaron a múltiples abusos y preocupaciones. Sin embargo, el resultado es el mismo: mientras el mandatario soñaba con firmar múltiples acuerdos de paz, los criminales se fortalecieron. Estamos pagando las consecuencias.

No lo decimos sólo nosotros ni quienes han hecho oposición política con la violencia; es un reconocimiento que el mismo gobierno hace entre dientes. El ministro de Defensa, Pedro Sánchez, dijo hace unos días, antes incluso de estar enfrentando los abominables ataques del jueves y del viernes, que los grupos criminales “crecieron soterradamente traicionando” al Gobierno y que “se fortalecieron tanto en capacidades como en número, producto del narcotráfico”. Un informe de inteligencia militar que dio a conocer El Tiempo encontró que “en el primer semestre de 2025, los grupos armados ilegales crecieron en más de 1.000 hombres, sumando en total casi 22.000 ilegales” y que “hacen presencia en 10.934 veredas de 562 municipios en 29 departamentos”. Estamos llenos de enemigos de la paz soñada.

En ese contexto, los terribles ataques de estos días no sorprenden, lo que no quiere decir que no sean dolorosos. Al cierre de esta edición, las bombas en Cali dejaron seis personas muertas y más de setenta heridos. El helicóptero de la policía derribado en Antioquia dejó 13 uniformados asesinados vilmente, al tiempo que se difundió un audio de los victimarios exclamando “coronamos”, celebrando la barbarie. En Florencia, Caquetá, estalló el viernes una bomba, sin víctimas. La zozobra se siente entre los colombianos, mientras las autoridades prometen reacción eficaz y persecución implacable a los autores intelectuales.

El presidente Petro dijo que “las columnas del Estado Mayor Central en el Cauca ya sufrieron un golpe estratégico. Su reacción no es de fortaleza, es de debilidad”. También pidió nombrar a la Segunda Marquetalia y al Clan del Golfo como organizaciones terroristas. En su discurso, el Estado colombiano está cerca de un triunfo, de la “pacificación”, y estos ataques son muestra del desespero de sus enemigos. Si bien es verdad que se trata de actos que buscan hacer ruido y sembrar terror, las cifras que hemos comentado despiertan dudas sobre esa narrativa del Gobierno. La realidad es más compleja y descorazonadora: regiones enteras del país siguen siendo zonas de influencia de grupos criminales que están bien financiados, que están creciendo en número de miembros y que sienten que pueden burlarse de las fuerzas armadas. Parafraseando al ministro de Defensa, la traición ya no es soterrada.

La paz necesita estructura, planeación y fuerza. La administración Petro lo aprendió sobre la marcha y no queda suficiente tiempo para ajustar adecuadamente su estrategia. Los meses restantes serán de intentar salvar algunos diálogos, mientras las fuerzas armadas luchan por recuperar espacio y dar golpes al narcotráfico y a otras rentas ilegales. Ha quedado claro que la búsqueda de la paz no puede desconectarse de la realidad de la guerra.

¿Está en desacuerdo con este editorial? Envíe su antieditorial de 500 palabras a elespectadoropinion@gmail.com

Nota del director. Necesitamos lectores como usted para seguir haciendo un periodismo independiente y de calidad. Considere adquirir una suscripción digital y apostémosle al poder de la palabra.

Conoce más

 

Tomate(07874)25 de agosto de 2025 - 01:23 a. m.
Y el presidente, callado. Sus alocuciones suelen ser para decir pendejadas; muchas de sus intervenciones resultan incongruentes y, claro, cuando se trata de lo importante, no se manifiesta
  • micorriza(d243q)25 de agosto de 2025 - 04:14 a. m.
    "Un pueblo que elige corruptos, impostores, ladrones y traidores, no es víctima, es cómplice." George Orwell
Amaranto De Jesús Daniels Puello(v8lb8)25 de agosto de 2025 - 12:36 a. m.
De que concepto de Guerra precisa este editorial. Las características que tenemos es la disputa territorial por el crimen organizado de las economías ilícitas: coca,minería ilegal, contrabando, extorsión, trata de personas y la cooptacion del Estado. Santos y sus negociadora no vieron la nueva dinámica de la violencia, mucho menos Duque y súmele los errores de la Paz Total.
N63(uq7ba)24 de agosto de 2025 - 11:01 p. m.
Juan Manuel Santos tiene un Nobel, Colombia ahora tiene tres farc! Gracias Santos!
micorriza(d243q)24 de agosto de 2025 - 09:25 p. m.
Para cuando un editorial que nos explique el intento de entrampamiento ejecutado por el "abogaster" y muy probablemente determinado por el condenado y sus muchachos...¿Por que el silencio cómplice de "el espectador"? ¿Quién "firmo" la invitación al country club a los reputados "aboganster" y "narcochofer"?¿El "magnicidio" fue parte del plan? ¿los atentados terroristas también?¿Quiénes son los financiadores del complot, los socios de el club? ¿se pudrió la clase alta?
Mario Giraldo(196)24 de agosto de 2025 - 07:10 p. m.
Algo asi como dos ilegales por vereda (22mil ilegales en 11mil veredas) o 40 por municipio. (570 municipios), asumiendo que no hay repetidos. En municipios con cientos de kilometros cuadrados y miles de habitantes.... Es esa la guerra en Colombia?
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta  política.