Cuando Alfredo Saade era un tuitero más intentando ganar reconocimiento en el Gobierno, era fácil no prestarles atención a sus afirmaciones disparatadas. Aún así, eran de un cariz tan preocupante para quien fuera precandidato presidencial del Pacto Histórico, que no pasaban inadvertidas. En mayo de este año, cuando seguía sin un empleo en la Casa de Nariño, le envió un mensaje al presidente Gustavo Petro: “Presidente, escuche a su pueblo, cierre el Congreso de la República”. Ya antes en varias ocasiones había pedido la reelección del mandatario. Todo, por supuesto, en su derecho a la libertad de expresión y de opinión. Lo inquietante es que esas mismas posturas las siga promoviendo ahora como jefe de despacho de la Presidencia de la República.
Durante la instalación de la nueva legislatura, Saade llamó la atención al gritar en el Congreso pidiendo “reelección” con el puño al aire. Para que no quedara confusión, en su cuenta de X fue más allá: “Definitivamente haré todo para que el nombre del presidente Petro sea repostulado en el 2026”. Al día siguiente compartió un video del mandatario con la frase “repostulación” y las fechas “26-30”, indicando el próximo período presidencial. Si fuese todavía un tuitero más, no estaríamos escribiendo este editorial. Pero por tratarse de la mano derecha del presidente Petro, es necesaria la pregunta: ¿por qué está enviando esos mensajes?
El presidente Petro se ha quejado muy públicamente de que sus ministros van en contra de su plan de gobierno y de lo que él dice. Es una solicitud razonable: no tiene sentido que un servidor público que trabaja en la Casa de Nariño no comparta lo que quiere el mandatario. Entonces, surge la pregunta: ¿qué piensa el presidente de lo que dice Saade? Suponemos que la forma en que trata a la oposición es de su agrado, pues le hace eco a lo dicho por otros miembros de su equipo y por él mismo. Sin embargo, ¿por qué no hay reprimenda en lo relativo a la reelección? Una medida abiertamente inconstitucional y que el propio presidente ha rechazado. El hecho de que su jefe de despacho siga escribiendo ese tipo de mensajes despierta justas preocupaciones.
No es un asunto de libertad de expresión, sino de reconocer que cuando se hace parte de la nómina del Estado y se ostenta un cargo tan importante se representa una institucionalidad. No es lo mismo un mensaje de un servidor público que de un ciudadano del común; ¿por qué el jefe de despacho está pidiendo que se violen las normas constitucionales y legales? ¿Por qué, además, dice que “haré todo para que el nombre del presidente Petro sea repostulado”? ¿Es decir que los recursos públicos de los que sale su sueldo se emplearán para ese propósito? ¿Y también todo su poder obtenido por el nombramiento que de él hizo el mandatario?
La preocupación con Saade no termina ahí. También, ya siendo jefe de despacho, escribió que el “periodismo arrodillado tiene que ser controlado”. Más allá de la descalificación, lo que preocupa es el delirio de autoritarismo, de “control”, de violar la libertad de prensa. Y a pesar de todo lo que el presidente Petro dijo estar respetando en su discurso ante el Congreso. Saade no se ha enterado de que el juramento como servidor público implica respetar y proteger los derechos de todos los colombianos, no únicamente de los que piensan como él y su proyecto político. Presidente Petro, ¿qué piensa usted de eso?
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