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Huevos rotos para salvar la relación con EE. UU.

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09 de diciembre de 2025 - 05:00 a. m.
No es casualidad que tanto el sector privado como representantes del Gobierno estén orgullosos de lo que se logró.
No es casualidad que tanto el sector privado como representantes del Gobierno estén orgullosos de lo que se logró.
Foto: Pixabay
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Los huevos rotos pueden darles pistas a este Gobierno y al próximo de qué puede hacer para reparar sus relaciones con Estados Unidos, así tengan a un presidente hostil como Donald Trump. La semana pasada se anunció la culminación de un trabajo de dos años para permitir que Colombia exporte huevos con cáscara a nuestro principal socio comercial, lo que puede ayudar a seguir dinamizando uno de los sectores con más potencial en nuestro país y consolidándonos como una potencia agroalimentaria, sueño tanto de la Casa de Nariño como de los productores nacionales. Hay maneras de trabajar más allá de la retórica incendiaria.

Hablamos de huevos rotos porque no vamos a exportar huevos para el consumo directo de los consumidores estadounidenses. Lo que se permitió fue la exportación de huevos que se rompen, se pasteurizan y tienen múltiples usos industriales. Los “huevos para quebrar” se utilizan para producir huevo líquido, congelado o en polvo, que a su vez sirven, por citar algunos ejemplos, para procesos de panadería, pastelería, galletería, mayonesas, salsas, helados y pastas. Es un ingrediente esencial para la industria gastronómica. Estados Unidos, que había estado cerrado a importar ese tipo de insumos, abrió las puertas por la escasez que se les produjo hace unos años, y ahí fue donde nuestra industria nacional vio una oportunidad. El éxito del trabajo es el que nos da pistas de cómo podemos tener mejores relaciones con el país del norte.

Decimos que es importante mirar el proceso que llevó a este triunfo porque todos los involucrados salieron a sacar pecho. Fue el Instituto Colombiano Agropecuario (ICA) la entidad encargada de anunciar que el APHIS, Servicio de Inspección Sanitaria de Estados Unidos, dio la autorización. Luego Diana Morales, ministra de Comercio, Industria y Turismo, dijo que “la decisión permite que Colombia exporte huevos con cáscara sin permiso de importación ni requisito de certificado sanitario previo hacia seis plantas habilitadas en ese país” y que “con ello se amplían las oportunidades para la industria avícola, se fortalece su integración en cadenas de valor de alto estándar y se consolidan mejores condiciones de competitividad en los mercados internacionales”. Al tiempo, el director de la Federación Nacional de Avicultores de Colombia (Fenavi), Gonzalo Moreno, dijo que “esto nos motiva a seguir trabajando para que más productos avícolas colombianos conquisten mercados internacionales y lleven el nombre de Colombia aún más lejos”, al tiempo que agradeció la importante labor de Daniel García-Peña, embajador de nuestro país en Washington.

No es casualidad que tanto el sector privado como representantes del Gobierno estén orgullosos de lo que se logró. En los últimos dos años, mientras ellos trabajaban de manera silenciosa y disciplinada para obtener una certificación que implicaba muchos obstáculos, el presidente de la República, Gustavo Petro, y el mandatario estadounidense, Donald Trump, tuvieron varios encontronazos públicos que terminaron en la lamentable inclusión de nuestro mandatario en la lista Clinton. El contraste es notable, y muestra cómo los lazos comerciales pueden mantenerse a pesar de las tormentas geopolíticas. Colombia produjo el año pasado 18.000 millones de huevos y este año espera llegar a los 19.500 millones, con un potencial exportador de 1.000 millones. El impacto en la economía, con beneficios para nuestros ciudadanos, es muy importante. ¿Deberíamos perder esos espacios solo porque Trump está en la Casa Blanca?

Ayer, AmCham Colombia, una asociación de la Cámara de Comercio Colombo-Americana, publicó un informe que muestra cómo Estados Unidos sigue viendo a nuestro país como un socio importante si se aleja de la retórica tuitera. No se trata de renunciar a nuestros principios democráticos ni a la dignidad de la nación, sino de entender el momento geopolítico con inteligencia. Los huevos rotos nos proponen un camino en medio de tiempos convulsionados.

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