Publicidad

Marchar por Palestina es marchar por Israel

Sigue a El Espectador en Discover: los temas que te gustan, directo y al instante.
13 de octubre de 2025 - 05:00 a. m.
Hamás debe ser derrotado, sí; pero eso no sucederá mientras exista un pueblo palestino sin Estado y se asesina a miles.
Hamás debe ser derrotado, sí; pero eso no sucederá mientras exista un pueblo palestino sin Estado y se asesina a miles.
Foto: Óscar Pérez
Resume e infórmame rápido

Escucha este artículo

Audio generado con IA de Google

0:00

/

0:00

Ahora que hay un acuerdo para detener la violencia en Gaza, nos parece pertinente una reflexión sobre cómo en las últimas semanas se vieron, en calles de Colombia y el mundo, banderas palestinas, pancartas que clamaban por un alto al fuego y voces que exigieron el fin del genocidio. Algunos quisieron ver en esas manifestaciones una expresión de antisemitismo o una defensa velada de Hamás. Si bien los actos de violencia contra empresarios con lazos en Israel que denunciamos hace una semana siguen siendo inaceptables, queremos concentrarnos en quienes sí se expresaron en paz, con vehemencia y una idea clara: marchar por Palestina no es marchar por el terrorismo de Hamás, sino marchar por la vida.

Hamás es una organización islamista fundada en 1987, durante la Primera Intifada, que combina el nacionalismo palestino con una visión religiosa del poder. En 2006 ganó elecciones democráticas en los territorios palestinos, un reflejo de la desesperanza de un pueblo que, asfixiado por décadas de ocupación, bloqueo y humillación, encontró en la resistencia —por más radical y equivocada que fuera— una forma de afirmar su existencia. Un año después, Hamás tomó el control de Gaza y desde entonces gobierna allí de facto. Su discurso y su violencia son inaceptables. La Corte Penal Internacional emitió órdenes de captura contra sus líderes por crímenes de guerra y delitos de lesa humanidad. Repudiamos su actuar con total vehemencia.

El problema es confundir el repudio al terrorismo con el respaldo a la política de exterminio que Israel desató sobre Gaza. Los atentados del 7 de octubre fueron atroces, pero es irracional tratarlos como causa que justifica el genocidio. No hay crimen que justifique otro crimen.

La historia reciente de Palestina muestra, además, que la violencia prospera donde la política fracasa. En los años 90, el líder palestino Yasser Arafat y su partido Al Fatah apostaron por una salida negociada al conflicto, a través de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP). La OLP reconoció el derecho de Israel a existir y firmó los Acuerdos de Oslo, que crearon la Autoridad Nacional Palestina. Pero mientras la dirigencia palestina trataba de construir una vía diplomática, Israel siguió expandiendo los asentamientos y minando la confianza. En ese contexto, Hamás —radical y teocrático— encontró terreno fértil. Durante los años 80, incluso, el propio Estado israelí toleró e indirectamente fortaleció a los grupos que luego formarían Hamás, como una manera de contrarrestar a la OLP de Arafat. Fue un error histórico: al deslegitimar la vía pacífica, se reforzó la vía del fanatismo.

Hamás debe ser derrotado, sí; pero eso no sucederá mientras exista un pueblo palestino sin Estado, horizonte ni dignidad y se asesina a miles de inocentes. El gran reto de los acuerdos de paz es construir un Estado palestino estable, soberano y libre que desplace la violencia como lenguaje político.

No somos ingenuos. Sabemos que en algunas marchas propalestinas se han escuchado consignas antisemitas y las rechazamos con contundencia, pero esas expresiones no representan a la mayoría. Lo esencial de estas marchas no es el extremismo de unos pocos, sino el clamor de miles que pidieron que pare la muerte. Las marchas globales y en Colombia sirvieron para presionar a los gobiernos y que la humanidad se hiciera sentir. Haríamos bien en recordar que todos estamos buscando el respeto de un principio básico: que ningún pueblo, bajo ninguna bandera, sea condenado al exterminio.

¿Está en desacuerdo con este editorial? Envíe su antieditorial de 500 palabras a elespectadoropinion@gmail.com

Nota del director. Necesitamos lectores como usted para seguir haciendo un periodismo independiente y de calidad. Considere adquirir una suscripción digital y apostémosle al poder de la palabra.

Conoce más

 

jomavasu(adh7f)13 de octubre de 2025 - 11:35 p. m.
"El gran reto de los acuerdos de paz es construir un Estado palestino estable, soberano y libre que desplace la violencia como lenguaje político" Cuando nos gusta crear ilusiones, los elegidos de dios quieren todo para ellos.
Guillermo(n5sqs)13 de octubre de 2025 - 11:28 p. m.
Otro ejemplo más de pueblos cooptados por sus liderazgos cuestionables y asesinos. Tanto el pueblo palestino como el judio son a su vez responsables de mantener y perpetuar a sus respectivos lideres políticos y militares (partido Likud de Netanyahu y el grupo Hamas de los palestinos), ambos practicantes del terrorismo de estado para conseguir sus nefastos fines.
DORA PRIETO(2370)13 de octubre de 2025 - 10:42 p. m.
¡Por fin! ¿Como hicieron? ¿Tai malitos? Roguemos al altísimo que Israel saque al genocida y permita la existencia de Palestina. Para lograr la paz los dos deben aceptar la existencia del otro.
Edgar Trujillo(22146)13 de octubre de 2025 - 10:26 p. m.
Porque Hamas debe ser derrotado y no derrotado el partido de Netanyahu? Ambos partidos luchando por su propio pueblo, ambos asesinos y violadores del derecho internacional humanitario, el de israel mas genocida. Porque ha de desaparecer Hamas y existir likud? Israel creo es un estado ambicioso y traicionero. Luego de que palestina les permitio que se asentaran como estado, ahora quieren todo el territorio. Y la comunidad internacional? Bien, gracias. SESGADA COLUMNA
Astrid Vallejo(60305)13 de octubre de 2025 - 08:44 p. m.
Excelente columna
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta  política.