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Cuando el río Medellín crece descontroladamente o el aire de la ciudad se vuelve irrespirable, hay un sistema que vigila, mide y alerta: el SIATA. Pero la administración municipal ha puesto su futuro en riesgo.
Desde hace más de dos décadas, el Sistema de Alerta Temprana del Área Metropolitana (SIATA) ha sido esencial para gestionar el riesgo climático en Medellín y sus municipios aledaños. Gracias a este sistema, la ciudadanía recibe información clave sobre calidad del aire, lluvias e inundaciones, lo que permite mitigar los efectos del cambio climático y reducir el impacto de desastres naturales. Sin embargo, como lo ha documentado El Espectador, el SIATA atraviesa una crisis que pone en entredicho el compromiso de la ciudad con la ciencia y la prevención y mitigación de los efectos del cambio climático.
El despido de 31 investigadores y el recorte presupuestal al SIATA han generado preocupación en la comunidad científica y en sectores ciudadanos que ven en esta decisión un retroceso alarmante. La reducción del presupuesto para el 2025 –que según el Área Metropolitana es del 12 %, pero la Veeduría Todos x Medellín dice que es del 53 %–, amenaza con debilitar un sistema que no solo provee información en tiempo real sobre eventos climáticos extremos, sino que también sustenta investigaciones esenciales para la gestión del riesgo en la región.
El Área Metropolitana, responsable del SIATA junto con la Universidad EAFIT, argumenta que no hay una reducción presupuestal sino una optimización de recursos. Sin embargo, los hechos dicen lo contrario: la salida de expertos en meteorología, drenaje urbano y monitoreo de infraestructura, cuyas investigaciones resultan claves para la prevención de desastres, dejan un vacío difícil de llenar. ¿Cómo se garantizará la continuidad de proyectos estratégicos si quienes los lideraban ya no están? ¿Se está priorizando la gestión del conocimiento o simplemente reduciendo costos sin medir las consecuencias? O, lo que sería peor, ¿acaso la administración del Valle de Aburrá está siguiendo la preocupante tendencia mundial de subestimar e, incluso, negar el cambio climático?
El impacto del cambio climático en Medellín es innegable: inundaciones, deslizamientos y picos de contaminación afectan cada año la salud pública. El monitoreo constante del SIATA ha sido clave para emitir alertas tempranas que previenen tragedias. En este contexto, debilitar el sistema es una decisión difícil de justificar.
Si la tendencia de recorte continúa, Medellín será más vulnerable a los fenómenos climáticos extremos. Sin datos en tiempo real, la respuesta ante emergencias se verá comprometida y la planificación urbana y ambiental se tornará deficiente. No es solo un problema técnico o presupuestal: es una cuestión de voluntad política. Se requieren certezas y compromisos claros con la ciencia y la innovación para enfrentar los retos climáticos que la ciudad ya está viviendo. Es urgente que la administración municipal y el Área Metropolitana expliquen con transparencia cómo garantizarán que el SIATA siga cumpliendo su función sin afectar la calidad de sus investigaciones. La ciudadanía tiene derecho a conocer con precisión de dónde provendrán los recursos adicionales prometidos y cómo se evitará que el sistema colapse.
Minimizar la crisis climática o desmantelar herramientas de prevención no es una opción para Medellín. En un momento en el que la emergencia ambiental exige más ciencia, más datos y más prevención, debilitar el SIATA –un sistema pionero en el país– no solo es un error estratégico: es una decisión que puede costar vidas.
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