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A nadie le gusta pagar más por el transporte público, pero el sistema no se puede financiar solo con buenas intenciones. Después de un año de tener la tarifa congelada, el Distrito tomó la difícil decisión de aumentar los precios del Transmilenio y de los buses del SITP, lo que fue recibido con malestar entre los usuarios y varios líderes políticos. Sin embargo, sin contar con la ayuda del Gobierno Nacional, todavía no es claro cómo se espera que Bogotá financie por su cuenta un sistema deficitario y que necesita seguir funcionando por el bienestar de la ciudad. ¿Hay vías para reformar el sistema e incluso pensar en la gratuidad? Estamos quedados en las discusiones.
Hace más de un año, el presidente de la República, Gustavo Petro, lanzó una buena idea que sin embargo no ha sido desarrollada. En su cuenta de X escribió: “¿Y si pagáramos a través de una pequeña cuota en la factura de la luz el transporte público cada mes y nos diera derecho a subirnos en cualquier bus todos los días y durante el tiempo que sea?”. Esto solucionaría problemas como el de los colados y llevaría a que toda la ciudad subsidie un servicio que se debe incentivar. No obstante, como en otros momentos, esa discusión quedó estancada. Este año, cuando el alcalde de Bogotá, Carlos Fernando Galán, preguntó por el aporte del Gobierno Nacional para cubrir el déficit en el sistema de transporte, el mandatario respondió que no le gustaba la administración privada de Transmilenio.
El problema es que el sistema tiene que seguir funcionando. Además, es urgente mejorar la calidad. Con tanto tiempo que gastan los bogotanos en el transporte público, es menester que esa experiencia sea lo menos desgastante posible. Para eso se necesitan recursos, así como buena administración. Actualmente, el sistema da pérdidas. Por ejemplo, cada pasajero le cuesta $5.895 al SITP, pero solo recibe $2.750 de pasaje. Hay un hueco de 3,12 billones, que el Distrito entra a suplir. Esa plata tiene que salir de alguna parte.
Por esto, el nuevo pasaje costará $3.200 en Transmilenio y en SITP, un aumento del 8,47 %. También se anunciaron mejoras en la calidad, como más tiempo para hacer los transbordos y la futura introducción de una mensualidad para tener pasajes prepagados. El sistema seguirá perdiendo dinero, sí, pero será menos. Ahora la pregunta es cómo vamos a solucionar el problema de raíz.
Los sistema de transporte público en todo el mundo son deficitarios, eso no es algo nuevo. Corremos el riesgo, sin embargo, de no poder tener inversiones efectivas si todos los años el Distrito se ve en riesgo para financiar Transmilenio y el SITP. ¿Por qué no retomar la discusión sobre la gratuidad a través de apoyo del Gobierno Nacional? Y, si eso no es viable, ¿de qué otra manera pueden obtenerse recursos? Tenemos que incentivar el uso del transporte público: eso incluye expandirlo con obras, mejorar su calidad y, también, tener precios considerados con los ciudadanos. Para lograrlo, hay que volver a dialogar.
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