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El fracaso de Consuelo Ordóñez, pasada directora de la Unidad Administrativa Especial de Servicios Públicos (UAESP), dejó a Bogotá en medio de la incertidumbre sobre el modelo de aseo que se implementará a partir de febrero del año entrante y mostró grietas en la administración de Carlos Fernando Galán. A pesar de que la fecha de terminación de los actuales contratos de recolección era conocida, la Alcaldía dejó que llegara la noche y se estrelló con una negativa de la Comisión de Regulación de Agua Potable y Saneamiento Básico (CRA), ya que su propuesta fue mal tramitada. Una vez más, las basuras se convierten en un gran interrogante para la capital del país.
Es cierto que el problema no empezó en esta administración. De hecho, Bogotá ha tenido frustraciones con la recolección de basuras debido a la cantidad de personas que viven en la capital y a que no se ha encontrado un modelo que garantice calidad y buenos precios. El último gran escándalo fue durante la administración de Gustavo Petro, que terminó en la indebida destitución del entonces mandatario por una Procuraduría activista y en protestas de los operadores privados, que dejaron que la ciudad se llenara unos días de basura sin recoger. Ahora vuelve la incertidumbre, con las alarmas prendidas y la administración asegurando que hay planes de contingencia en curso.
Lo que no puede negar el Distrito es que su manejo de la UAESP ha sido, cuando menos, descuidado. Ordóñez presentó un plan para renovar las Áreas de Servicio Exclusivo (ASE), únicas en Colombia, que fue rechazado por la CRA. Eso terminó en la renuncia de la entonces directora y en que, a sol de hoy, no es claro que haya tiempo para que la Alcaldía consiga que su propuesta sea aprobada antes de febrero. A pesar de que el Distrito ha dicho que prefiere las ASE, puede ocurrir que entremos en un modelo de libre competencia. El resto de Colombia y la propia experiencia de Bogotá muestran por qué eso sería un error. Para una ciudad tan grande y que de por sí tiene varios focos de basuras por resolver, la libre competencia llevaría a una guerra del centavo donde quedarían desprotegidas las zonas menos atractivas. La conversación que deberíamos estar teniendo es cómo mejoramos el servicio en las áreas exclusivas, en lugar de concentrarnos en la entrada de nuevos operadores.
El Concejo de Bogotá ha expresado sus preocupaciones, incluidas las de miembros de partidos usualmente cercanos a las propuestas de la Alcaldía. Tienen razón en hacerlo. La administración Galán se une a una tradición de improvisación que lleva a un problema conocido en la capital del país: la sensación de que la administración pública no logra solucionar de fondo los problemas que aquejan en el día a día a los ciudadanos. En las próximas semanas será importante ver la propuesta de la UAESP y que el Distrito cuente cuáles son los planes para el año entrante si no se alcanzan a firmar contratos nuevos bajo el modelo de ASE. Con la historia respirando en la nuca, es importante que evitemos desastres que ya están anunciados.
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