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Dentro de la reorganización ministerial, el presidente de la República, Gustavo Petro, debería darles prioridad a las necesidades urgentes en seguridad. La renuncia irrevocable del exministro de Defensa, Iván Velásquez, y el recambio en la dirección de la Policía Nacional, junto con los obstáculos en los procesos de la paz total, son una oportunidad para que se calibre nuevamente el curso desde la Casa de Nariño. Con el temor aumentando entre la población y con casos extremos como el del Catatumbo, no hay que darles más largas a los incumplimientos en un sector clave para la estabilidad nacional.
El presidente es consciente de las promesas por cumplir. Al pedir la renuncia de todos los ministros, dijo que “habrá algunos cambios en el gabinete para lograr mayor cumplimiento en el programa ordenado por el pueblo. El Gobierno se concentrará completamente en el cumplimiento del programa”. En la última reunión del gabinete, el mandatario dejó entrever su particular frustración con los malos resultados en seguridad. Según sus datos, el Ministerio de Defensa fue el tercero con mayor porcentaje de retrasos en el cumplimiento, pues solo se ejecutaron ocho de 23 objetivos asumidos. Esto desencadenó en la renuncia irrevocable de Velásquez, quien había acompañado al presidente desde el inicio de su administración. A esto se sumó la renuncia de William Salamanca en la dirección de la Policía Nacional, para ser reemplazado por Carlos Triana.
Entonces, si esta es la oportunidad para mejorar la ejecución en seguridad, el presidente Petro necesita ajustar también su diagnóstico del problema. Aunque la responsabilidad política recayó sobre el Ministerio de Defensa, hay señales de que la falta de coordinación en el Gobierno, las fallas en la paz total y la ausencia de financiación tienen atadas a las fuerzas armadas. Es poco lo que se logra si el Estado entero no empuja hacia el mismo lado.
Esa frustración la dejó entrever el exministro Velásquez. Sobre la falta de resultados en El Plateado, por ejemplo, dijo que “no se ha entrado al Plateado porque no ha habido una decisión articulada del Gobierno”. En Noticias Caracol, Daniela Gómez, exviceministra de Defensa, apuntó en la misma dirección. “No pudimos entrar, pero no el sector defensa. Ese sector entró todo ese día y se mantienen. Pero esa presencia es insostenible si no llegan los demás ministerios”, explicó. También señaló que “los ceses al fuego le hicieron mucho daño justamente a las condiciones de seguridad y, sin duda, generaron un ambiente enrarecido en los territorios donde no se tiene tan clara la división entre qué grupo se puede atacar y cuál no”. Estamos de acuerdo.
En estos años, los grupos armados han aumentado su presencia en los municipios de Colombia, fortalecido sus líneas de financiación, saboteado varios procesos de paz y cometido crímenes contra la población inocente. No se trata solo de una percepción, el Estado está contra las cuerdas. Sí, las raíces del problema vienen desde antes, pero la administración Petro está en mora de dar respuestas. El presidente debe aprovechar el año y medio que le queda para liderar la nueva estrategia del sector. Que esto se convierta en su nueva obsesión. Es el momento.
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