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Trump quiere el Nobel regalando parte de Ucrania

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24 de noviembre de 2025 - 05:05 a. m.
El plan parece una concesión a todos los deseos del régimen de Putin y es claro que Ucrania no fue consultada. Basta con ver lo que incluye el acuerdo de paz.
El plan parece una concesión a todos los deseos del régimen de Putin y es claro que Ucrania no fue consultada. Basta con ver lo que incluye el acuerdo de paz.
Foto: AFP - DREW ANGERER
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El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, sigue obsesionado con pasar a la historia como un líder que logró acuerdos de paz. El problema es que los detalles no parecen importarle mucho y su última propuesta, vendida como una oferta para terminar la invasión rusa en Ucrania, se lee más como una imposición de rendición a Kiev que como un reconocimiento de la dignidad del pueblo ucraniano. Ayer, en Ginebra (Suiza), el secretario de Estado de los Estados Unidos, Marco Rubio, se reunió con diplomáticos ucranianos para discutir modificaciones al acuerdo propuesto sin llegar a una decisión final. Mientras tanto, Vladimir Putin se muestra complacido en Rusia. Cómo no: los 28 puntos del plan que hizo llegar la Casa Blanca cumplen casi todos sus deseos.

Ayer, en su cuenta de Truth Social, el presidente Trump mostró su impaciencia. Escribiendo todo en mayúsculas, se lamentó: “EL ‘LIDERAZGO’ UCRANIANO NO HA EXPRESADO NINGÚN AGRADECIMIENTO POR NUESTROS ESFUERZOS”. A los pocos minutos, el presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, respondió que su país “está agradecido por todo lo que América y el presidente Trump están haciendo por la seguridad”; sin embargo, las relaciones están fuertemente tensionadas. La semana pasada, la Casa Blanca dio a conocer un plan de paz de 28 puntos con un ultimátum: si Ucrania no acepta antes del 28 de noviembre, la cooperación estadounidense está en duda.

El problema es que el plan parece más una concesión a todos los deseos del régimen de Putin. De hecho, varios congresistas estadounidenses, incluyendo republicanos, dijeron que el secretario Rubio les confesó en privado que se trataba de una iniciativa principalmente redactada en Rusia, aunque después el mandatario del gobierno Trump lo negó. Sin importar quién lo haya escrito, lo claro es que Ucrania no fue consultada. Basta con ver lo que incluye el acuerdo de paz.

Bajo los términos del acuerdo, las regiones de Donetsk, Luhansk y Crimea serían reconocidas como rusas y Ucrania tendría que retirarse de parte de la región de Donetsk que aún controla. Rusia también conservaría partes de Kherson y Zaporizhzhia que controla. Es decir, Ucrania perdería alrededor de una cuarta parte de su territorio. Adicionalmente, se prohíbe el uso de una fuerza de paz en Ucrania, se le niega su posible inclusión en la OTAN, se le dan vagas garantías de seguridad, se limita lo que puede hacer en términos de inversiones con su propio esfuerzo y se le obliga a celebrar elecciones en menos de 100 días. Mientras tanto, Rusia se libera de las sanciones internacionales y puede regresar a todos sus acuerdos con las democracias liberales que lo han criticado. En otras palabras, Donald Trump quiere su Nobel de Paz regalando parte de Ucrania y dándole gusto a todo lo que quiere el invasor.

En un discurso al país entero, el viernes pasado, Zelenski fue crudo: “Este es uno de los momentos más difíciles de nuestra historia. Ahora Ucrania enfrenta una decisión muy difícil: perdemos nuestra dignidad o perdemos un aliado clave”. Varios gobiernos de Europa hicieron eco a sus palabras y se lamentaron de que el plan propuesto sea tan laxo con Rusia y tan vehemente con Ucrania, que está teniendo fuertes pérdidas en el ámbito militar. Ayer, en Ginebra, el secretario Rubio se mostró más conciliador que el presidente Trump y dijo que están trabajando con los diplomáticos ucranianos para modificar los aspectos más problemáticos. El Kremlin, mientras tanto, espera sin disimular su satisfacción con lo que está ocurriendo.

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