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El apoyo a la diversidad debe ser vehemente

04 de marzo de 2021 - 03:00 a. m.
Proteger los derechos de un joven trans no es negar las creencias religiosas de los demás estudiantes ni afectarlos, es solo reconocer que todos tenemos derecho a existir. / Foto de referencia: Pixabay
Proteger los derechos de un joven trans no es negar las creencias religiosas de los demás estudiantes ni afectarlos, es solo reconocer que todos tenemos derecho a existir. / Foto de referencia: Pixabay

Perdemos mucho tiempo y vidas por culpa de la discriminación. Esa es la conclusión de una reciente tutela fallada por la Corte Constitucional. Un joven trans, que inició su transición en 2018, fue discriminado, presionado y aislado por un colegio en Sabaneta (Antioquia). El punto llegó a tal extremo, que el estudiante sufrió episodios de depresión y tuvo un intento de suicidio, a lo que el colegio respondió imponiéndole un plan de estudios donde le prohibían tener puntos de socialización con sus otros compañeros. En vez de actuar con empatía y entender que los centros educativos están llamados a convertirse en espacios seguros para la diversidad, el prejuicio puso en riesgo la vida de un joven. No es el único caso en Colombia. Aunque el precedente que sienta la Corte es importante, ¿cómo vamos a enfrentar los movimientos discriminatorios liderados por padres y educadores prejuiciosos?

Lo vimos con el caso de Sergio Urrego y se repitió en los hechos de este proceso, que culminó con la Sentencia T-443 de 2020. Los colegios, integrados por directivas y profesores que no han sido capaces de romper con sus prejuicios, se convierten en espacios de agresión. Es trágico que falte tanto camino por andar. En el pasado, decisiones necesarias de la Corte Constitucional han sido recibidas por parte de las asociaciones de padres y maestros con un oscurantismo dañino. Todavía queda en la memoria el escándalo por las demonizadas “cartillas de género”.

Como respuesta, el apoyo a la diversidad debe ser vehemente. Proteger los derechos de un joven trans no es negar las creencias religiosas de los demás estudiantes ni afectar su existencia, es solo reconocer que todos tenemos derecho a existir, a educarnos, a construir nuestros proyectos de vida y a no ser discriminados. Ese discurso que equipara la agenda por la igualdad con un supuesto autoritarismo moral lo que oculta es que la discriminación cobra vidas. Lo vemos una y otra vez. La pregunta que se les devuelve a los padres y profesores del país es clara: ¿les parece justo que un adolescente tenga que sufrir tanto por culpa de los prejuicios? ¿A cuántas niñas, niños y adolescentes están dispuestos a dejar atrás por el temor a reconocer la diversidad?

En su sentencia, la Corte dice que deben crearse “espacios que promuevan la formación académica y la convivencia pacífica de todos los estudiantes, especialmente la de aquellos en dificultades, de forma tal que logren superar cualquier barrera que esté impidiendo su desarrollo emocional óptimo”. Por eso le ordenó al colegio, entre otras cosas, “prestar el apoyo que el joven requería durante su proceso de reafirmación de género sin imponer barreras administrativas durante su transición” y “promover formas acertadas de tratar la diversidad”.

Esa última idea es fundamental. Para que los colegios no sean espacios hostiles contra niñas, niños y adolescentes que sean lesbianas, gais, bisexuales o trans (LGBT), las instituciones deben ser proactivas. En vez de evitar el tema de la sexualidad y la identidad de género, tienen que promoverse espacios donde se discuta el tema a partir de la inclusión. Nadie nace con la discriminación preinstalada en el cerebro: es algo que aprenden en sus hogares y en sus colegios. ¿Qué tal, entonces, si cambiamos la forma en que educamos?

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Contumaz Apostata de la Dextrocardia(likt7)04 de marzo de 2021 - 01:25 p. m.
Todo mi respeto y empatía por los vulnerables. El sentimiento que más difícilmente soporta el hombre es la piedad, sobre todo cuando la merece. El odio es un tónico, hace vivir, inspira la venganza; pero la piedad mata, acentúa más nuestra debilidad...y recuerden, no hay nadie mas implacable que el de su propia condición.
Berta(2263)04 de marzo de 2021 - 11:05 a. m.
¡Excelente editorial! Lo peor de todo es que un colegio que discrimina se proclama a sí mismo como "católico" o "cristiano"; si eso fuese verdad no serían violentos. ¿Dónde está la caridad cristiana que tanto predican? Las religiones son fuente de odio y de exclusión. Las creencias religiosas deben quedarse en el ámbito privado. El respeto es la clave de una convivencia pacífica y respetuosa.
Usuario(51538)04 de marzo de 2021 - 11:22 a. m.
No existe un gtemio más godo que ese de los profesores públicos, en el que lo único que está a la orden del día es la palabra paro. Los manuales de convivencia, según fallos de la Corte Constitucional, debieron ser adaptados a derechos inalienables consagrados en la Carta Política. Pues bien, NINGÚN colegio lo ha hecho. Sigue imperando el oscurantismo y la represión.
Magdalena(45338)04 de marzo de 2021 - 06:17 a. m.
Comparto su opinión y la decison de la corte .Es un derecho y un deber el de aceptarnos sin interesar nuestra condición biológico
Hugo(12843)04 de marzo de 2021 - 10:25 a. m.
¿Cómo es posible que un país que es tan diverso en todos los sentidos, no pueda construirse desde la tolerancia a las diferencias y los disensos. Los que sueñan con caudillos autoritarios pretenden uniformizarnos, cosa imposible y obsoleta.
  • Berta(2263)04 de marzo de 2021 - 11:06 a. m.
    No es "Tolerancia" es respeto. Le explico: uno tolera a un vecino que pone la música duro. Las diferencias sexuales o étnicas se respetan.
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