El autogolpe de la dictadura venezolana

El Espectador
08 de enero de 2020 - 05:00 a. m.
"La jugada de sabotear la Asamblea Nacional venezolana le salió mal a Nicolás Maduro”. / Foto: Momento en el que diputados venezolanos votan por la reelección de Guaidó en la sede del Parlamento - Cortesía Prensa AN
"La jugada de sabotear la Asamblea Nacional venezolana le salió mal a Nicolás Maduro”. / Foto: Momento en el que diputados venezolanos votan por la reelección de Guaidó en la sede del Parlamento - Cortesía Prensa AN

Los bochornosos acontecimientos que se dieron el domingo anterior con la instalación de la Asamblea Nacional (AN) en Venezuela ratifican el talante dictatorial de un régimen corrupto. La comunidad internacional tiene la obligación de condenar sin ambages, como ya lo han hecho una buena cantidad de países, las maniobras ilegales de Nicolás Maduro para continuar en el poder. De igual manera, se debe ratificar al apoyo al presidente encargado, Juan Guaidó, y su lucha por devolver a su país a la senda democrática.

La intención de Maduro de colocar a una figura de bolsillo como presidente de la AN ya había sido denunciada por la oposición venezolana. La jugada política buscó desbancar a Guaidó de la presidencia de la AN y, de paso, de su condición de presidente encargado. Desde el Palacio de Miraflores se habrían comprado los votos de un número de diputados opositores para que se sumaran a los del oficialismo y con las ausencias de aquellos diputados que están exiliados, en la cárcel, desaforados, amenazados o se les impidiera la entrada al recinto, y así llevar a cabo la maniobra. Así, en una confusa sesión matutina, se escogió a Luis Parra, un oscuro exmilitante de Primero Justicia y expulsado por corrupción, para presidir la Asamblea.

Ante el golpe de mano perpetrado, y dada la imposibilidad de ingresar al recinto de la AN, Juan Guaidó llevó a cabo esa tarde una sesión de la Asamblea en las instalaciones del diario El Nacional, donde fue reelecto por los 100 diputados asistentes. De esta forma quedó disipada la duda de si Guaidó, dados los problemas internos que afronta el movimiento opositor, sería reelecto. El resultado le confiere de nuevo la legitimidad que necesita para continuar con su labor como presidente encargado. Esto a pesar del desgaste sufrido el año anterior ante los intentos fallidos para lograr que Maduro saliera del poder y convocar a unas elecciones transparentes, con observación internacional y que gocen de todas las garantías. “Lamento profundamente el bochornoso show de la dictadura para tratar de impedir lo inevitable. A Venezuela le digo: cuentan con una reserva moral importante; con hombres y mujeres que no se entregan”, dijo Guaidó.

La pregunta obligada es cómo quedan las cosas. Una primera conclusión es que la movida, desde el punto de vista de la reacción internacional, no le salió bien a Maduro. Como era de esperarse, la mayoría de países que han tenido una posición radical contra la dictadura condenaron lo sucedido. Hay que destacar que al menos tres países que habían sido permisivos con Caracas rechazaron también lo hecho por Maduro: México, Argentina y Uruguay. “México hace votos para que la Asamblea Nacional de Venezuela pueda elegir democráticamente su junta directiva conforme al proceso establecido en la Constitución de ese país hermano. El legítimo funcionamiento del Poder Legislativo es pilar inviolable de las democracias”. En el caso de Argentina, el canciller Felipe Solá expresó que “impedir por la fuerza el funcionamiento de la Asamblea Legislativa es condenarse al aislamiento internacional. Rechazamos esta acción e instamos al Ejecutivo venezolano a aceptar que el camino es exactamente el opuesto. La Asamblea debe elegir a su presidente con total legitimidad”. No es poca cosa.

De momento, el país vecino vive una situación inédita que demuestra la grave crisis por la que atraviesa. Un dictador, Nicolás Maduro, que detenta el poder mediante la fuerza. Un presidente legítimo de la AN y encargado del país, Juan Guaidó, que a pesar de su debilidad recibe un importante aliento interno e internacional. Un presidente ilegítimo de una parte de la Asamblea Nacional, señalado de corrupción, Luis Parra, y un presidente ilegítimo de una Asamblea Nacional Constituyente, Diosdado Cabello. Hoy más que nunca se debe retomar la presión diplomática, de acuerdo con las normas del derecho internacional, para exigir la salida de Maduro del poder.

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