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Llegamos al tercer diciembre en el que tenemos que repetirnos: el COVID-19 está repuntando y los colombianos tienen que tomar precauciones en estos tiempos de encuentro, fiestas y aglomeraciones. La buena noticia es que no estamos en el 2021 ni mucho menos en el 2020, pues tenemos una población altamente vacunada, con un sistema de salud mucho más preparado y con una letalidad que está controlada. Sin embargo, eso no es excusa, pues las urgencias del país están presionadas por un aumento en las complicaciones respiratorias y la pandemia sigue siendo una amenaza, especialmente para las personas más vulnerables. Es momento de las estrategias conocidas: distanciamiento, ventilación, tapabocas y muchísimo autocuidado.
El Gobierno de Gustavo Petro se descuidó con el proceso de vacunación contra el COVID-19. Todo hay que decirlo, esa situación ya venía desde los últimos meses del periodo de Iván Duque, que lideró una muy exitosa campaña de vacunación, pero se quedó corto al promover los necesarios refuerzos. Llegamos a este diciembre con una paradoja: hay 36,8 millones de personas en el país con esquemas de dos dosis, pero solo 2,1 millones de personas han llegado a la cuarta dosis. Por la manera en que se elaboraron estas vacunas de emergencia, es necesario el refuerzo para garantizar la mayor protección posible, dado que con el paso del tiempo pierden parte de su eficiencia. Tal vez es momento de que el Ministerio de Salud adopte una campaña ambiciosa de vacunación.
Dicho lo anterior, no es momento de miedos infundados ni mucho menos de situaciones catastróficas. Los datos muestran que, aunque los contagios van en aumento, la letalidad se ha mantenido bajo control. Eso es, sin duda, prueba de una ciudadanía que hizo la tarea para protegerse del COVID. Tampoco podemos caer, eso sí, en triunfalismos peligrosos. En solo una semana, los casos de contagios reportados pasaron de 3.252 a 5.336. Por eso la ministra de Salud, Carolina Corcho, dijo hace una semana que se está considerando retomar el uso obligatorio del tapabocas: en caso “de darse, será para personas mayores de dos años en espacios abiertos y cerrados donde haya aglomeraciones”. Viendo las cifras, puede ser necesario.
La semana pasada también el Instituto Nacional de Salud (INS) publicó que la subvariante de ómicron BQ.1.x ya es la dominante en el país con un 83 % de prevalencia. Sobre esto vale la pena hacer dos comentarios. El primero es que los colombianos no le deben temer a este linaje ni a los nombres coloquiales que surjan, pues, de nuevo, no tenemos razones para creer que es más letal. El segundo es que esto demuestra lo que se venía diciendo desde hace más de un año: que el COVID, con sus variantes, vino para quedarse y debe estar acompañado de la prudencia de todos.
Es momento de cuidarnos. Necesitamos otro diciembre de solidaridad, entender que evitar el contagio es proteger a las personas más vulnerables, vacunarse con las dosis de refuerzo y evitar aglomeraciones. Demostremos todo lo aprendido en los años de pandemia.
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