Hay una isla de lo que se estima son 600 toneladas de basura obstruyendo los 18 kilómetros de playa de Puerto Colombia, en el área metropolitana de Barranquilla. La frustración que han expresado las autoridades del Atlántico debe tener eco en todos los rincones del país, y particularmente en aquellos lugares que vienen utilizando el río Magdalena como vertedero de desechos. Ante el desastre ambiental, es necesario que se abra un debate nacional sobre si estamos tomando las medidas adecuadas para evitar que este tipo de situaciones se presenten.
Las imágenes son impresionantes. Se observa una isla de basura, compuesta por botellas de plástico, pedazos de icopor, troncos de madera, residuos electrónicos y desechos orgánicos, que llegaron al mar Caribe a través del río Magdalena. La situación ha creado una crisis social y económica, pues además de la afectación a la salud pública y al ambiente, los comerciantes de la zona han visto disminuidos en un 60 % sus ingresos habituales por la ausencia de turistas, espantados por los desechos.
Es entendible, entonces, la frustración, explicada muy bien por Eduardo Verano, gobernador del Atlántico: “La barbaridad que se está cometiendo con las principales fuentes de riqueza ambiental: nuestros ríos y mares. Esto no lo dejemos pasar por alto. No seremos la cloaca de Colombia”.
Hasta el día de ayer se habían recogido 250 toneladas de desechos, pero la empresa que lidera los operativos de limpieza estima que se tardará por lo menos un mes en solucionar el problema y, al final, serán más de 600 toneladas las recolectadas. Para eso, la Gobernación de Atlántico y la Alcaldía de Puerto Colombia cuentan con la ayuda de voluntarios, la Defensa Civil, el Ejército y la Corporación Autónoma Regional del Río Grande de la Magdalena (Cormagdalena). Para dimensionar el tamaño del problema es suficiente un dato: diariamente, en la zona, suelen recogerse 70 toneladas de desechos, por lo que estamos ante casi diez veces la dimensión de un día promedio.
Es urgente la pregunta: ¿cómo es posible que ocurra algo así? Son varias las pistas que han dado las autoridades.
Yairton Díaz, asesor técnico de Cormagdalena, dijo que los árboles talados que se arrojan al río Magdalena “genera muchos represamientos y otra serie de problemas de orden ambiental”. Lo mismo le dijo Nubia Merlano, secretaria de Medio Ambiente del municipio de Puerto Colombia, al El Heraldo, al contar que el 40 % de los desechos son madera muerta, y “este es un indicador de la alta deforestación que existe en la cuenca media y alta del río”.
El ministro de Ambiente, Ricardo Lozano, confirmó que estamos viendo una de las consecuencias del aumento en la deforestación que se viene presentando desde 2015 y que el gobierno de Iván Duque sigue comprometido con sus planes para reducir esa situación. ¿Será suficiente?
El mal manejo de los desechos es evidencia de la desidia que muchos colombianos han sentido históricamente hacia la sostenibilidad ambiental. Que lleguen tantos restos, provenientes de otras partes del país, al mar Caribe es la peor manifestación de aquella nefasta idea de que “es problema de otros”. Sí, el actuar de las autoridades para reducir la deforestación y asegurar los mecanismos adecuados de trámite de desechos es necesaria, pero también deben presentarse planes de cultura ciudadana. Para que no sigamos viendo problemas como el de Puerto Colombia, todos debemos entender que la sostenibilidad es una tarea conjunta del país.
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Por El Espectador
