Tardó, pero por fin llegó y con vehemencia el rechazo del Gobierno colombiano a la dictadura nicaragüense. Era necesario, no solo porque desde hace años es evidente que el régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo destrozó la institucionalidad y se convirtió en persecutor de cualquier disenso, sino porque las ambiciones diplomáticas de la administración de Gustavo Petro consisten en posicionar a nuestro país como un defensor de la democracia. No se puede ser ambivalente con las dictaduras y es bienvenida la manifestación de la Cancillería este jueves.
Desde que llegó a la Presidencia, Gustavo Petro ha buscado establecerse como un articulador de los países latinoamericanos para un gran proyecto de unidad. En su discurso habló de democracia y lo respaldó, por ejemplo, logrando el compromiso del dictador Nicolás Maduro de que Venezuela regresara al sistema interamericano (aunque el cumplimiento está por verse). Sin embargo, el Gobierno colombiano no ha sido claro en denunciar los autoritarismos de izquierda, como sí lo ha hecho con los de derecha. Con Nicaragua lo habíamos dicho: la Cancillería parecía estar jugando a dos bandas con una dictadura que está violando los derechos humanos sistemáticamente.
Fue necesario que Ortega les quitara la nacionalidad a un grupo de opositores para que la Cancillería colombiana lo denunciara. Ya había hablado antes con elocuencia el presidente chileno, Gabriel Boric, quien ha tomado el liderazgo de la nueva izquierda democrática al no dudar en denunciar los atropellos de países como Nicaragua y Venezuela, al igual que critica el autoritarismo de Nayib Bukele en El Salvador. Por fortuna, esta semana, la administración Petro se le unió. “Colombia rechaza los dictatoriales procederes de quien hace traer a la memoria los peores momentos de la dictadura de Anastasio Somoza que el sandinismo logró superar”, escribió en un comunicado la Cancillería.
Es de reconocer que el lenguaje empleado por el Gobierno es inequívoco. “Colombia llama al mundo entero a que reaccione”, dice el comunicado. “El autoritarismo que se ha impuesto en la hermana república ha infringido normas ius cogens. Aquellas de las cuales se ha definido que son imperantes, inderogables, absolutas, perentorias e inmutables en esencia. Precisamente aquellas de cuyas violaciones debe conocer la Corte Penal Internacional. Al señor fiscal de la Corte se le pide tomar cartas en tan alarmante asunto”. Bien hecho. La política de Estado debe ser la defensa de la democracia.
También es bienvenida la oferta de la nacionalidad colombiana a los desterrados de Nicaragua. Nuestro país debe abrirle la puerta a todo aquel que sea perseguido por la dictadura y ofrecerle refugio. Así, con el ejemplo y la generosidad, se le responde a un régimen cada vez más ruin, que ve en la crítica una ofensa mortal y que encarcela a sus opositores sin sonrojarse. Sí, el mundo debe despertar sobre Nicaragua. Es una buena noticia que el Gobierno haya hecho lo mismo.
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