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El legado que nos deja Rafael Rivas Posada

31 de agosto de 2024 - 05:00 a. m.
La suya no era una política de la competencia ni de las vanidades, sino del servicio público. Si suena tan extraño es porque personajes de su talla son cada vez menos frecuentes.
La suya no era una política de la competencia ni de las vanidades, sino del servicio público. Si suena tan extraño es porque personajes de su talla son cada vez menos frecuentes.
Foto: Universidad de los Andes

La muerte de Rafael Rivas Posada, a sus 92 años, es un buen momento para recordar la importancia de los liderazgos políticos serios, dedicados, concentrados en la decencia, sin dejarse seducir por los cantos de sirena del populismo. Aunque su desempeño como servidor público fue previo al surgimiento de las redes sociales y de esta politización radical y polarizada que experimentamos en Colombia, su ejemplo de vida cobra más vigencia para todos los que deseen servir de líderes en nuestro país. Su aporte juicioso a la educación, tanto desde el sector privado como desde el público, y su pasión por la diplomacia razonable, son testimonios de otro tipo distinto de hacer política, de participar en el espacio público. Recordarlo es, entonces, una invitación hacia el futuro, una muestra de que un país distinto es posible cuando hay elecciones conscientes, poniendo el servicio al país por encima de las consideraciones personalistas.

La vida de Rivas Posada fue dedicada a Colombia. Tal vez sus roles más recordados, por la importancia, fueron como ministro de Educación en los últimos dos años de la presidencia de Alfonso López Michelsen (1974 - 1978), y luego como rector de la Universidad de los Andes (1982 - 1985). Esos no fueron, sin embargo, sus únicos aportes. Su carrera diplomática lo llevó a ser embajador ante las Naciones Unidas, coordinador regional de la UNESCO para América Latina y el Caribe, delegado de Colombia a la Conferencia Mundial de Cultura, organizada por la UNESCO, así como embajador en Bélgica, Luxemburgo y las Comunidades Europeas. En cada una de esas representaciones se caracterizó por ser una persona razonable, abierta al diálogo, refugiada en los libros, y preocupada por cómo ayudar a Colombia en periodos de fuerte convulsión social y violencia.

En esa misma línea, también hizo parte de la Comisión de Paz Asesora de Belisario Betancur, que eventualmente firmaría el primer acuerdo para el cese al fuego, que se conoció como “Los Acuerdos de La Uribe”, con las FARC-EP.

En un breve artículo sobre Rivas Posada, que publicó El Tiempo el 12 de julio de 1991, cuentan que su salto a la política se hizo en los años 50, en la oposición estudiantil a la dictadura de Gustavo Rojas Pinilla. Su obsesión fueron los derechos humanos, y por eso hizo parte de los informes de la ONU sobre Paraguay, Uruguay y Cuba. En particular, llama la atención un detalle que menciona ese artículo de El Tiempo, a propósito de sus estudios en Francia y Holanda: “Aprendió a comprender más al colombiano, del que no le gusta la irresponsabilidad, el desorden y la ligereza”.

La palabra clave es “comprensión”, seguida de “ligereza”. La trayectoria profesional de Rivas Posada, tanto en el sector educativo como en la diplomacia, se sustentó en la importancia de la investigación, la rigurosidad y las reflexiones como herramientas para acercarse al otro. La suya no era una política de la competencia ni de las vanidades, sino del servicio público como fin último. Si suena tan extraño en el panorama político actual, es porque personajes de la talla de Rivas Posada son cada vez menos frecuentes.

Expresamos nuestras condolencias a su familia, entre ellos a su hijo Rafael, columnista ocasional en estas páginas. Nos unimos al reconocimiento de su vida, también como una invitación: por más servidores públicos como Rivas Posada, por una política decente, por la construcción de un proyecto de país en conjunto. Lo necesitamos.

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hernando(26249)31 de agosto de 2024 - 09:57 p. m.
Comparar con el lujo de Ministro d Educación q tenemos ahora
Nicolas(31394)31 de agosto de 2024 - 06:06 p. m.
Excelente editorial.
Aura(81917)31 de agosto de 2024 - 05:04 p. m.
Un ser humano irreperible🥲🥲🥲🥲😂
Álamo(88990)31 de agosto de 2024 - 05:00 p. m.
Sres. EE, ¿será que, de verdad, el momento de la muerte "es un buen momento" para algo, como inicia el editorial? Parece que hubo "ligereza" en la "comprensión" del hecho.
Julio(69508)31 de agosto de 2024 - 04:06 p. m.
Ejemplo de aquello que debe ser un servidor pùblico.
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