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El Medio Ambiente y su Ministra

LA DESIGNACIÓN DE SANDRA BESSUdo, reconocida ecologista, como futura ministra del Medio Ambiente, causó entre algunas voces críticas una férrea oposición.

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El Espectador
12 de julio de 2010 - 10:52 p. m.
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Hay quienes cuestionan sus credenciales académicas por considerar que, aunque preparada para dar algunas peleas, sus conocimientos técnicos son insuficientes para tomar las riendas de una cartera que en los últimos años estuvo supeditada a los intereses inmediatos de otros ministerios, como en efecto ocurrió en no pocas oportunidades con el despacho que se encarga de las minas y la energía. Otros, preocupados por las actividades empresariales de su padre, a cuyas firmas que fomentan el ecoturismo les fueron concesionados algunos servicios que prestan los parques naturales, han señalado la existencia de un conflicto de intereses. Y unos más, ya en el plano de la vida privada, se han mostrado interesados en su relación sentimental con el ex senador Luis Humberto Gómez Gallo, preso por orden de la Corte Suprema, que lo investiga por presunta parapolítica.

De los tres argumentos, hay que decirlo, el menos contundente es el último. Con ese mismo rasero los familiares de todas las personas sindicadas de haber cometido un delito, que no son pocas, tendrían que asistir al mismo debate moral antes de aceptar ofrecimientos laborales. Evidentemente sí habría sido preferible que la representante del Estado en tan altos menesteres, en tanto que figura pública, estuviese al margen de cualquier cuestionamiento. Pero este no es argumento en su contra que pueda ser considerado un impedimento.

Diferente del llamado de atención ante las actividades empresariales de su padre, Jean Claude Bessudo, que si bien tampoco califica como verdadero impedimento, sí constituye un obstáculo de mayor importancia que bien vale la pena tener presente. En los casos en los que pueda existir un conflicto con Aviatur, por ejemplo, difícilmente podrá su hija intervenir. Y si ya de entrada requerimos de un ministro ad-hoc para saldar posibles entuertos, en una cartera que lo que requiere es justamente ganar presencia y respeto, es entendible que se generen dudas y suspicacias.

Por lo demás, la formación de Sandra Bessudo como bióloga marina y connotada defensora de los animales es sin duda una garantía para quienes esperan del Ministerio de Ambiente un mayor compromiso con el cuidado de la naturaleza. Bessudo presidió la Fundación Malpelo, consiguió los recursos que garantizan su permanencia en el tiempo y logró que la Unesco declarara la isla Patrimonio de la Humanidad. Sus convicciones ambientalistas, pues, difícilmente pueden ser rebatidas. A diferencia de anteriores ministros que no eran necesariamente grandes conocedores del tema, en esta oportunidad es claro que, como mínimo, habrá quien se preocupe, sinceramente, por aquello que se debate. Es más, fue Sandra Bessudo quien impulsó el Pacto Ambiental Colombiano suscrito por los aspirantes a la Presidencia, incluido Juan Manuel Santos. El compromiso con el tema ecológico y su papel en el Plan de Desarrollo de los próximos cuatro años quedó saldado y, aunque no existe obligatoriedad alguna, también depende de la ciudadanía verificar que se cumpla a cabalidad.

Resta por ver si sus capacidades como activista, que algunos ya reducen a simple hobby, son suficientes para pasar de la conservación al desarrollo sostenible, como quiera que el país está próximo a entrar en un bonanza minera, lo que puede generar, como se sabe, consecuencias irreparables sobre el medio ambiente. No bastará con que la nueva ministra haya sacado al ex presidente César Gaviria de una playa de acceso restringido, o con que le impidiera al ex candidato presidencial Germán Vargas pescar en donde estaba prohibido —confesiones que le hizo, recientemente, a María Isabel Rueda—. Sus retos serán infinitamente más complicados.

Por El Espectador

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