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El momento de la vergüenza ha sido largo y pavoroso

07 de octubre de 2021 - 05:00 a. m.
El papa Francisco se reunió con cuatro obispos franceses, antes de que se revelara el vergonzoso informe sobre abuso en la Iglesia católica francesa. / Foto: AFP
El papa Francisco se reunió con cuatro obispos franceses, antes de que se revelara el vergonzoso informe sobre abuso en la Iglesia católica francesa. / Foto: AFP
Foto: Agencia AFP

El papa Francisco lo resumió muy bien: “Es el momento de la vergüenza”. El problema es que, por la información que sigue y sigue saliendo a la luz, el momento de la vergüenza era, por lo menos, hace más de medio siglo. Y lo sigue siendo. Y lo seguirá siendo. Porque las denuncias de pederastia y violencia sexual por parte de miembros de la Iglesia católica, luego encubiertos por distintos estamentos ligados al Vaticano, están aumentando. A un informe horroroso publicado en Francia se le suman los pedidos de víctimas para que investigaciones similares se lleven a cabo en otras partes del mundo. Mientras el papa pide disculpas, en Colombia la Iglesia sigue torpedeando investigaciones periodísticas sobre pederastia entre sus filas.

La cifra es de no creer. Incluso, mencionarla corre el riesgo de abrumar, de que tantas y tantas víctimas se normalicen tras un número incomprensible para la razón humana. Pero aquí va: en Francia, desde 1950 y hasta 2020, hubo 216.000 víctimas de violencia sexual por parte de clérigos. También se han reportado 114.000 víctimas de violencia sexual cometida por personas que no eran parte oficial de la Iglesia, pero que trabajaban con los religiosos o en centros educativos católicos. Es decir: 330.000 víctimas por culpa trazable directamente a la Iglesia católica.

Ojo, además, porque esas 330.000 víctimas son en un solo país. Allí la Iglesia se convirtió en el tercer lugar donde más se han presentado abusos sexuales contra niños, niñas y adolescentes en Francia. ¿Es el país galo, acaso, una situación extraordinaria en el planeta? ¿O, más bien y como se teme, las denuncias en otros lados del mundo invitan a pensar que apenas estamos viendo la punta del iceberg de la gravedad de lo que ha ocurrido? La situación es desoladora.

¿Cómo ha ocurrido esto? La respuesta es sencilla y enfurece: décadas de encubrimiento, complicidad y poder desmedido. La Iglesia católica, encargada de la educación de niñas, niños y adolescentes, refugio en particular para hijos e hijas de familias de escasos recursos, revestida por la legitimidad que le otorga la fe de los creyentes, se convirtió en un espacio propicio para la pedofilia, la violencia sexual y la ausencia de responsabilidades. No es que las víctimas nunca hayan tenido voz, es que no se les creía, se les silenció a toda costa y a los clérigos involucrados se les trasladaba de lado a lado de manera discreta.

Tal vez el único aspecto positivo de esta noticia es que la investigación fue encargada por la Conferencia Episcopal francesa en 2018, en el marco de los esfuerzos del papa Francisco por cambiar la actitud de la Iglesia con la pederastia. El sumo pontífice fue claro: “Deseo expresar a las víctimas mi tristeza y mi dolor por los traumas sufridos y también mi vergüenza, nuestra vergüenza, por la incapacidad de la Iglesia durante mucho tiempo para ponerlos en el centro de sus preocupaciones. (Vamos a) seguir adelante con los esfuerzos para que dramas semejantes no se reproduzcan”. Es lo mínimo.

Sin embargo, cambiar las formas de la Iglesia ha demostrado ser muy difícil. No hay que ir muy lejos para un ejemplo: los libros periodísticos de Juan Pablo Barrientos sobre delitos de sacerdotes en Colombia han sido enfrentados con saboteos judiciales, intentos de censura, amenazas, estigmatización y mucha presión. El silencio sigue siendo la inercia para muchos de los miembros de la Iglesia católica. Mientras eso continúe así, seguirá siendo el momento de la vergüenza.

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James(98616)08 de octubre de 2021 - 05:22 a. m.
QUE PASÓ CON EL CURA Y HOY EX-CURA ROZO?
Lorenzo(2045)08 de octubre de 2021 - 02:32 a. m.
Los escándalos tipo Pandora "billete" y la vieja pedofilia están tapando algo peor. Muchísimo peor, Fidel (vos debés saberlo): la historia permitió aprender que para imponer un nuevo régimen hay que lograr primero ‎que la gente actúe de acuerdo con una nueva ideología. Cuando la gente comienza a actuar de ‎esa manera, ya se le hace muy difícil volverse atrás. Eso es lo que se llama propaganda y
JAIME(xdik9)08 de octubre de 2021 - 05:10 a. m.
Jaime El origen del problema en la iglesia está en que a los curas no se les permite tener pareja.
Lorenzo(2045)08 de octubre de 2021 - 02:32 a. m.
...objetivo no es controlar el discurso sino utilizarlo para modificar el comportamiento. Como las sociedades occidentales han renunciado a investigar sobre la posibilidad de curar el ‎Covid-19, la masa se tragó el asunto del ARN mensajero… y ahora se traga también la ‎imposición del "pasaporte Covid". Ya estamos maduros para entrar en el nuevo régimen.
Lorenzo(2045)08 de octubre de 2021 - 02:31 a. m.
Y hasta ‎es absurdo calificarlo de “dictadura”, un concepto que pertenece al "mundo de antes" (la "normalidad" postpandemia/cuarentena. Todavía ‎no se sabe cómo será ese nuevo régimen, pero ya, entre todos -la masa con su awebaiento- lo estamos construyendo. ‎
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