:format(jpeg)/www.elespectador.comhttp://thumbor-prod-us-east-1.photo.aws.arc.pub/AzADl0_qPtybHqkcwrmasHktf30=/arc-anglerfish-arc2-prod-elespectador/public/AB6C4XSJ4RAYZGFV3SCTTS6SZE.jpg)
La elección de Mauricio Claver-Carone para dirigir el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), en los próximos cinco años, rompe con una tradición, no escrita, de seis décadas. Es la primera vez que un estadounidense ejercerá un cargo que debería ser ocupado por un latinoamericano. El proceso, que generó una fuerte polémica, con errores de algunos de los actores involucrados, deja un ambiente innecesario de tensión. Le corresponde a Claver-Carone demostrar que tiene la capacidad para manejar, de manera objetiva y desideologizada, el organismo de desarrollo más importante de la región en medio de la crisis generada por la pandemia del COVID-19.
Lo que estaba en juego con la elección del sábado anterior no es poco. La presidencia del BID es uno de los cargos más importantes en la región, pues el organismo tiene un capital suscrito de más de US$100.000 millones y maneja aprobaciones de unos US$13.000 millones al año en préstamos y garantías. De otro lado, en los últimos años se ha buscado que el Banco se convierta en contrapeso a la entrada de los préstamos de China en América Latina, como lo ha dicho la administración Trump. De los 48 accionistas, Claver-Carone obtuvo el respaldo de 30 países, incluido el voto de 23 de la región, con un 66,8 % de los apoyos. Asumirá la presidencia el próximo 1.° de octubre y su elección constituye un triunfo para la política exterior de Washington hacia América Latina.
Cuando la administración Trump anunció, en junio pasado, su candidatura, un importante grupo de países accionistas de la región, encabezados por Brasil y Colombia, manifestaron su apoyo inmediato. Otros, como Costa Rica y Argentina, que tenían candidatos propios, y México, se opusieron. Ya se hacían evidentes varios errores de manejo. El primero, según los analistas, se dio cuando el actual presidente, Luis Alberto Moreno, se opuso en dos ocasiones a que Claver-Carone fuera su vicepresidente, cargo que tradicionalmente le ha correspondido a un estadounidense. Desde la Casa Blanca se consideró que, si se rompía esta costumbre, ellos podían presentar candidato a la presidencia. Y lo hicieron.
En estas últimas semanas, se presentaron nuevos errores. Más que buscar una posición conjunta, con argumentos válidos, los países accionistas de América Latina que se oponían a Claver-Carone propusieron la postergación de la elección. Primero, con el argumento de la pandemia; luego, esperar a que se conociera el resultado de la elección presidencial de noviembre, en Estados Unidos, y, por último, se buscó bloquear la elección con la inasistencia de cerca del 25 % de los 48 accionistas. Para el efecto buscaron el apoyo de los socios europeos y China. Nada de esto funcionó. De esta manera terminaron renunciando a su aspiración Laura Chinchilla, expresidenta de Costa Rica, y el candidato argentino.
El BID ha sido manejado con un criterio técnico. La elección de su presidente, con las normales pujas entre aspirantes, se dio entre tecnócratas con cierto manejo político. Mauricio Claver-Carone, de origen cubano, tiene cierta experiencia por haber sido director ejecutivo en el Fondo Monetario Internacional y trabajado con el Departamento del Tesoro. Sin embargo, su actual posición como asesor especial del presidente para América Latina lo dio a conocer por su mano dura contra los regímenes dictatoriales de Cuba y Venezuela. De allí el temor de sus críticos de una eventual politización de su presidencia, lo cual podría inclinar la concesión de préstamos a la cercanía con la actual administración.
“Esta victoria es para Latinoamérica y el Caribe. Quiero agradecer a todos nuestros socios en la región por mantener la integridad de este proceso electoral y por compartir nuestra visión común de un BID más fuerte”, dijo Claver-Carone. Es de esperar que esta sea la tónica a emplear, pues la región va a necesitar un gran apoyo financiero en los años por venir, y a nadie le conviene un Banco politizado.