El oportunismo en medio de la tragedia

¿Será que tantas décadas de violencia y tragedias les enseñaron a los líderes políticos a reaccionar con prudencia y respeto con las víctimas? Lastimosamente, no. Lo ocurrido el fin de semana pasado, con varios atentados mortales contra la Policía Nacional, sacó lo peor del debate público colombiano: las irresponsables acusaciones políticas, las especulaciones sin fundamento, la publicación de imágenes crudas e innecesarias y la indignación que busca enfurecer para obtener réditos electorales.

El Espectador
29 de enero de 2018 - 02:00 a. m.

Fueron tres los atentados contra la Policía que se presentaron en el departamento de Bolívar. En Santa Rosa del Sur, por lo menos dos policías murieron y uno más quedó herido. En Barranquilla, una explosión dejó a cinco policías muertos y al menos 42 heridos. Otro artefacto explosivo lanzado contra un CAI en Soledad dejó a siete heridos.

Es evidente que se trata de un recrudecimiento de la persecución constante de los criminales contra los policías. El rechazo del país entero a estos atentados debe ser contundente y unánime; que todos los policías de Colombia sepan que los respaldamos, respetamos y valoramos su labor, siempre esencial.

Lo que no puede hacerse es salir a utilizar la tragedia con fines políticos. Todavía no se sabe quién está detrás de los ataques. Si bien en Barranquilla capturaron a Cristian Camilo Bellón Galindo, sobre quien el fiscal Néstor Humberto Martínez dijo que “tenemos certeza absoluta de que es el autor material de este acto criminal”, restan muchas interrogantes.

¿Por qué, entonces, salieron tantos políticos a intercambiar culpas? Se habló de la “paz de Juan Manuel Santos”, se habló del Eln, se habló de autosabotaje. Todo, por supuesto, sin pruebas. ¿Qué gana el país con esto, más allá de fomentar el resentimiento y la sensación de impotencia? ¿Por qué es tan difícil adoptar la prudencia ante lo desconocido?

Deben generar suspicacias los políticos, de distintas corrientes ideológicas, que corrieron a publicar fotografías explícitas de las víctimas del ataque en Barranquilla. ¿Acaso la imagen es necesaria para enviar el mensaje? ¿Esperan que creamos que no están apelando al miedo de las personas para luego posicionarse como “la solución” a este tipo de tragedias? ¿No se detuvieron, en ningún momento, a pensar en las familias de los fallecidos y heridos?

Clara Inés Soto, a través de su cuenta de Twitter, resumió el problema con irresponsabilidades de ese nivel: “A mi tío lo asesinaron en noviembre y nos enteramos por una cadena de WhatsApp que incluía una foto horrible de él. Esa es una imagen que no he podido quitarme de la cabeza, así que por favor NO compartan eso, nunca saben a quién pueda llegar”. La prudencia es virtud y, sobre todo, muestra respeto por todos los involucrados.

Por supuesto, quedan muchas preguntas sobre lo ocurrido y las autoridades deberán explicarle al país qué ocurrió, cómo se permitió que ocurriera y qué medidas se van a tomar contra los responsables. Pero mientras eso sucede, Colombia debe respetar el duelo de las víctimas. Ya es hora de aprender a reaccionar mejor ante las tragedias.

Actualización: después del cierre de esta edición, se dio a conocer un comunicado del Frente de Guerra Urbano Nacional Comandate en jefe Camilo Torres del Eln, atribuyéndose la responsabilidad por los ataques. Repudiamos este crimen que afecta gravemente los esfuerzos de paz que se realizaban con esa guerrilla en Ecuador. 

Por El Espectador

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