El peligroso poder de Donald Trump

“Un hombre al que se puede provocar con un tuit no es un hombre al que se le puedan confiar nuestras armas nucleares”, advirtió Hillary Clinton sobre Donald Trump el año pasado. Hasta ahora estamos viendo lo terroríficamente acertadas que son esas palabras y el riesgo en el que se encuentra el mundo entero por culpa del presidente de Estados Unidos.

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El Espectador
14 de abril de 2017 - 11:09 p. m.
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En las últimas dos semanas hemos visto tres distintos usos de la fuerza estadounidense que tienen alterada la situación geopolítca. El primero fue en Siria, donde se atacó una base aérea como respuesta a un presunto uso de armas químicas por parte del ejército de Bashar al Asad. Ese fue el rompimiento de Trump con una de sus promesas de campaña (no intervenir en el mundo y particularmente no hacerlo en Siria), pero sobre todo preocupa porque parece seguir una estrategia populista repetida en el mundo: cuando la popularidad está por el piso, no hay nada como el uso de la fuerza para unir a los ciudadanos. Y funcionó. Ya se está viendo cómo el apoyo de la población a la desastrosa administración de la Casa Blanca viene en aumento.

Por supuesto, Siria es un fracaso y un desastre humanitario que necesita solución. El mundo tiene esa deuda. Pero lo angustiante es que un presidente sin ningún tipo de experiencia ni conocimiento sobre relaciones internacionales, impulsivo además, esté ahora utilizando sin estrategia la fuerza militar más poderosa del globo. El resultado fue inmediato: Rusia ya hizo una advertencia de que un ataque similar desencadenará problemas con ellos y con Irán. No estábamos en tal tensión desde la Guerra Fría.

Y el problema no se detiene ahí. Después del bombardeo en Siria, Trump pidió la movilización de un portaviones a la península de Corea, amenazando a Corea del Norte y poniendo en alerta a China. Ante un reporte de que Estados Unidos estaría dispuesto a realizar un ataque en Corea del Norte si el régimen prueba un arma nuclear, el régimen de Kim Jong-un dijo que, de ocurrir, vendría una “respuesta sin piedad”. ¿Qué ganamos tentando de esa manera a un dictador irracional?

Finalmente, el jueves Estados Unidos utilizó la “madre de todas las bombas” en Afganistán para combatir al Estado Islámico. El Kremlin respondió que ellos tienen en su poder una bomba cuatro veces más poderosa que la utilizada por los estadounidenses. Sería gracioso ver a Trump y a Vladimir Putin en esa dinámica infantil de comparar armas si no fuese tan peligroso y devastador.

Entonces, con una serie de decisiones impulsivas, Trump tiene al mundo entero en alerta. Lo más angustiante es que el presidente ha visto cómo eso le soluciona la asfixiante situación en su país, donde su administración venía encadenando fracasos. Es muy diciente, no obstante, la sorpresa que el mandatario expresó sobre Siria cuando ocurrió el presunto ataque químico, evidenciando que antes no se había interesado por la situación. ¿Es de verdad esa la persona que nos conviene tener a la cabeza de una nueva Guerra Fría que puede tornarse caliente en cualquier momento?

Dirán que Trump está aplicando su lógica de negocios a las relaciones internacionales: usar la fuerza como herramienta para obtener lo que quiere. Pero el mundo no es una empresa y, cuando los populistas se van a la guerra, somos todos los que sufrimos las consecuencias.

¿Está en desacuerdo con este editorial? Envíe su antieditorial de 500 palabras a yosoyespectador@gmail.com.

Por El Espectador

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