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La propuesta del presidente estadounidense, Donald Trump, para terminar la guerra en Gaza ha generado alguna esperanza de acabar con la barbarie que ya ha cobrado más de 66.000 vidas. Cuenta, mientras se conoce la reacción oficial del grupo terrorista Hamás, con la aprobación unánime de la mayoría de los países involucrados, comenzando por Israel. Se espera que el grupo fundamentalista gazatí manifieste pronto su posición definitiva, sobre la cual hay versiones contradictorias. El plan, de 20 puntos, abarca la mayoría de los temas controversiales, pero no menciona la inaplazable solución de los dos Estados, a lo que se opone el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu.
Trump presentó formalmente la idea a Netanyahu el pasado lunes en la Casa Blanca. Los países árabes que han participado en las negociaciones, comenzando por Egipto, Jordania, Catar y Arabia Saudita, así como los más importantes líderes europeos, entre ellos Francia, el Reino Unido, Alemania, Italia y España, a quienes se han sumado la Comisión, el Consejo y el Parlamento europeos, el secretario general de la ONU y la Autoridad Nacional Palestina (ANP), han dado su beneplácito a una propuesta que busca terminar la guerra de inmediato. Desde esta perspectiva, frenar de una vez por todas el horror en Gaza es una necesidad inaplazable.
Entre los 20 puntos del plan, una vez las dos partes, Israel y Hamás, estén de acuerdo, se pasaría a un cese al fuego inmediato, con repliegue del ejército de Israel. Dentro de las 72 horas siguientes, Hamás liberaría a los rehenes que continúan con vida y entregaría los cuerpos de aquellos que han fallecido en cautiverio: 48. A continuación, 1.700 gazatíes, que están detenidos en cárceles israelíes desde el inicio de la guerra, además de 250 presos condenados a cadena perpetua, serían liberados. Concluidos estos pasos, se prevé el desarme de Hamás, y aquellos militantes del grupo fundamentalista que así lo quieran podrán abandonar Gaza. El ingreso de ayuda humanitaria en grandes cantidades, otro tema esencial, se daría tan pronto se acepte el plan.
La propuesta, sin plazos claros ni garantías de cumplimiento, parte de la base de crear un gobierno de transición que estaría manejado, en principio, por el ex primer ministro británico Tony Blair, bajo la supervisión del propio Donald Trump y de la ONU. A pesar del reciente apoyo para la creación definitiva del Estado de Palestina en la ONU, la inaplazable decisión de una paz justa y duradera, sobre la base de dos Estados, queda de nuevo aplazada. Cuando se le preguntó sobre la existencia de un Estado palestino, el primer ministro israelí fue enfático al afirmar: “Rotundamente no, eso ni siquiera está escrito en el acuerdo”.
No se puede olvidar que a comienzos del presente año Netanyahu se había comprometido a cumplir un plan, aceptado por Hamás, que buscaba terminar la guerra, presionado por la administración Biden. Tras la llegada de Trump al poder, la propuesta fue incumplida. Los socios fundamentalistas del gobierno de Benjamín Netanyahu han expresado su decisión de que la Franja sea anexada, al igual que Cisjordania; sin embargo, el plan es claro en garantizar la independencia de Gaza. En este sentido, tampoco hay certeza de qué va a pasar con los ultranacionalistas y los ultraortodoxos que mantienen a Netanyahu en el poder.
Es de esperar que la sensatez, la justicia y el respeto por los derechos de ambas partes, de acuerdo con lo establecido por las resoluciones de la ONU, permitan aclimatar una solución definitiva. Lograr una paz a corto o mediano plazo que solo satisfaga los intereses de una de las partes generará un nuevo enfrentamiento.
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