El poder de la lectura

El Espectador
17 de abril de 2018 - 04:50 a. m.
En la literatura podemos encontrarnos, incomodarnos, dialogar y, por qué no, construir mejores entendimientos sobre lo que somos como nación y lo que queremos ser.
En la literatura podemos encontrarnos, incomodarnos, dialogar y, por qué no, construir mejores entendimientos sobre lo que somos como nación y lo que queremos ser.

Comienza hoy la Feria Internacional del Libro de Bogotá (Filbo), celebrando con orgullo un triunfo no menor: los colombianos estamos leyendo más que hace cinco años. Este es el resultado de un esfuerzo titánico y disciplinado de espacios que, como la Filbo, no se han rendido en llevar a todos los rincones del país lo mejor de la literatura.

La Filbo es un referente internacional y una cita obligada para los lectores bogotanos y de toda Colombia. Ha sido organizada, de manera cada vez más ambiciosa, desde 1988. La Cámara Colombiana del Libro y Corferias son los organizadores, con un apoyo indispensable del Distrito, el Gobierno Nacional y varios actores privados. La apuesta siempre ha sido la misma: convertir la capital del país en el hogar de los libros de todos los géneros y orígenes. Gracias a estos esfuerzos, entre otros motivos, Bogotá fue nombrada Capital Mundial del Libro en 2007.

Este año, la Feria promete ser el espacio de encuentro de las ideas más importantes en el país y América Latina. Se estrenan libros de no ficción (Historia mínima de Colombia, de Jorge Orlando Melo, y Hoy es siempre todavía, de Alejandro Gaviria, por citar un par que han sido profusamente comentados en días recientes en El Espectador) y llega a la capital, por supuesto, lo mejor de la literatura contemporánea. También se celebra el centenario de la escritora bumanguesa Elisa Mújica, con un justo homenaje que hace parte de los esfuerzos por traer a la luz las figuras a menudo olvidadas de la literatura colombiana.

El invitado de honor, Argentina, tiene el propósito de inspirar a los creadores colombianos: hemos avanzado bastante, pero todavía podemos alcanzar mucho más si seguimos los pasos de este gigante del Sur. Según cifras publicadas por la Filbo, en Argentina se publican aproximadamente 80 millones de ejemplares y 30.000 títulos por año, exclusivamente de editores locales, una tendencia que se duplicó en los últimos 20 años. ¿Por qué no soñar con superar nosotros esas cifras?

Lo más importante, en todo caso, es seguir fomentando la cultura de la lectura y el intercambio de ideas. En medio de un país polarizado, violento y plagado de burbujas que no nos dejan escuchar a quienes piensan diferente, la Filbo es un antídoto radical: en la literatura podemos encontrarnos, incomodarnos, dialogar y, por qué no, construir mejores entendimientos sobre lo que somos como nación y lo que queremos ser.

La buena noticia en todo esto es que los colombianos parecen estar interiorizando la idea del poder de la lectura. Según la reciente Encuesta Nacional de Lectura 2017 del DANE, en las cabeceras municipales, los colombianos leen un promedio de 2,9 libros al año, incrementando la cifra de 1,9 libros leídos para 2012. Además, la población lectora de las cabeceras municipales leyó en el 2017 un promedio de 5,4 libros al año, mientras que en el 2012 esa misma población leyó 4,1 libros.

El reto, ahora, es seguir mejorando esas cifras. La Filbo es una gran aliada en esta lucha.

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Por El Espectador

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