Para no perder la costumbre, el gobierno de Gustavo Petro está cerrando 2022 corrigiendo a uno de sus funcionarios de manera pública y angustiante para los mercados. En el delicado tema de las pensiones, que se propone como una de las mayores discusiones que se darán en el país en el 2023, el presidente de Colpensiones, Jaime Dussán, decidió salir a dar declaraciones temerarias y equivocadas, solo para ser desmentido, primero por el presidente Gustavo Petro y luego de manera mucho más agresiva por el ministro de Hacienda, José Antonio Ocampo. ¿No será hora de que Dussán entienda las señales enviadas de manera pública y se aparte del cargo al que recién acababa de llegar?
Partamos de lo básico: Colombia necesita una reforma pensional. Ese fue uno de los temas recurrentes en la campaña presidencial y también se trata de una de las promesas esenciales de la administración Petro. La pregunta, no obstante, está en el cómo, en un país donde 25 millones de personas se encuentran afiliadas al sistema pensional y el 73 % de ellas están en el sector privado, según cifras compartidas a mitad de año. El sistema público (Colpensiones) tiene un problema de desfinanciamiento, y hay una pregunta válida sobre cómo articular los privados con el sector público y cómo lidiar con las megapensiones que año tras año abren un hueco gigante en las finanzas estatales. Si a esto se le suma los flujos demográficos que muestran una Colombia cada vez más vieja, se entiende por qué llevamos años utilizando el término de “bomba pensional”. Es innegociable una reforma pensional.
Sin embargo, por tratar temas tan importantes para el país, como la inversión que hacen los fondos privados en proyectos y en la bolsa de valores, por ejemplo, así como la sostenibilidad de un sistema en un país tan informal, los colombianos esperan que la discusión de la reforma pensional se haga con cuidado, prudencia y sin populismo. Todo lo que no hizo Jaime Dussán hace unos días cuando, envalentonado por la notoriedad de su nuevo cargo y siguiendo la tradición de otros nombramientos del Gobierno que ven en los micrófonos la oportunidad de subir su propio perfil, salió a dar unas declaraciones que prendieron todas las alarmas. Sonando más como político en campaña que como presidente de una de las entidades más importantes del país, Dussán dijo falsamente que “los fondos privados de pensiones reciben ahorros, pero no pensionan”, y que la reforma se hará para “invertir en lo social (...) podríamos pensar que obras de infraestructura anunciadas por el señor presidente, como el tren que vamos a llevar desde Buenaventura a Barranquilla, a Soledad, lo podamos hacer”.
Fue tan desconcertante la declaración de Dussán, que el Gobierno salió en masa a corregirlo. “No es cierto que el ahorro que el Gobierno haga de sus transferencias a Colpensiones hoy se gaste mañana, con la reforma, en infraestructura”, dijo el presidente Petro. Roy Barreras, presidente del Senado, señaló: “Sugiero que los funcionarios se dediquen a hacer más y a hablar menos”. El presidente de la Cámara de Representantes, David Racero, comentó: “Los ministros y altos directivos deben tener cuidado en la forma como informan los cambios que se pretenden hacer. Sus anuncios generan ruidos innecesarios”. Para completar, el ministro de Hacienda Ocampo fue clarísimo: “No es función del director de Colpensiones decir qué se hace con los recursos. No tiene por qué entrometerse. Fueron declaraciones que no tienen ni pies ni cabeza”.
La pregunta que nos queda es cómo Dussán, después de ver todo esto, no ha considerado presentar su renuncia. No solo por el error puntual, sino por el hecho de que complejizó una discusión que ni siquiera ha empezado y puso en duda la legitimidad de toda la institución a la que representa. Una pésima manera de terminar el año para un Gobierno plagado por problemas de coordinación interna.
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