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Los ecos del pasado se están materializando en fuerzas políticas innegables. De repente, nombres que no se escuchaban hace décadas —como el Nuevo Liberalismo, Salvación Nacional y Oxígeno Verde— están no solo marcando agenda, sino que se proponen como alternativas de poder en las elecciones que se celebrarán el año entrante. Si bien es cierto que hay mucho de oportunidad política en este renacer, como aquellos que podrán lanzarse sin tener que pasar por la recolección de firmas, tener más partidos políticos con personería jurídica puede ayudar a fortalecer una democracia maltrecha. Sobre todo, es una muestra de que el Acuerdo de Paz de La Habana sí ha permitido abrir las puertas a diversos tipos de reparación.
La decisión que le otorgó personería jurídica al Nuevo Liberalismo —el partido creado por Luis Carlos Galán, Rodrigo Lara Bonilla y otros líderes políticos— ha removido las telarañas que tenían otras colectividades. Gracias a que la Corte Constitucional, como debía hacerlo, hizo extensible su decisión a todos los partidos que hayan sido silenciados en el marco de la violencia política, ahora ante el Consejo Nacional Electoral (CNE) hay solicitudes de viejos conocidos. Enrique Gómez Martínez, sobrino de Álvaro Gómez Hurtado, está pidiendo que le reconozcan la personería jurídica al Movimiento de Salvación Nacional que fundó su tío. El CNE debería conceder la personería y hacerlo de manera pronta, para que la participación en las próximas elecciones esté garantizada. Lo propio podría hacer, si así lo desea, Íngrid Betancourt con su partido Oxígeno Verde.
La lógica detrás de revivir los partidos va al corazón de la reconciliación nacional. Es un síntoma de buena salud de la democracia que, años después de que las colectividades desaparecieran en medio de la violencia, hoy sus protagonistas y herederos puedan tomar las riendas y participar en el ejercicio electoral. Que estén en la capacidad de hacerlo con respaldo estatal, pero además sin miedo de repercusiones violentas, muestra el avance que ha tenido Colombia, a pesar de que todavía estamos muy lejos de conseguir la paz soñada. Como herramienta de reparación, la sentencia de la Corte Constitucional trae consigo símbolos contundentes. Bienvenidos el Nuevo Liberalismo, la Unión Patriótica, el Movimiento de Salvación Nacional y todos los que cumplan con los requisitos.
Adicionalmente, que haya tanto ánimo por partidos alternativos muestra el fracaso de los partidos tradicionales. Un Congreso deslegitimado por su actuar y por estar lejos de los deseos de los colombianos ha llevado a que la identificación con las colectividades sea muy baja. El reto para los nuevos-viejos movimientos es no caer en las trampas de la política tradicional ni desperdiciar la bocanada de aire fresco que representan para el debate. La vigilancia de su comportamiento por parte de los votantes será implacable.
Las elecciones de 2022 se perfilan como las más diversas en décadas. ¿Eso llevará a que más personas participen en las urnas? La democracia colombiana podría salir fortalecida si ese es el caso.
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