Mañana jueves, 30 de enero, será el inicio de una nueva entrega, con invitados de lujo y una agenda que se aleja mucho del concepto, a ratos prejuicioso, que se tiene de él por elitista y por tener precios altos: si bien hay de esto, aún, pues de algo tiene que vivir el festival, muchos eventos gratuitos de igual calidad se dan dentro del paquete que se ofrece. Y en esto se ha avanzado bastante desde hace casi una década. Mucho tiempo, muchas reformas, muchas conferencias que se amplían al público en general y no sólo al que tiene presupuesto para ello. Envidiable, por demás. Ojalá todos los eventos de este estilo copiaran el éxito del Hay Festival.
Y es verdad: Cartagena se transforma. Se tiñe de una cultura que, por el festival mismo, ha logrado trascender la sola literatura. Es el acercamiento de la sociedad al escritor, pero también al músico, chef, actor de cine o de teatro. Ir a Cartagena en estos días maravilla al ciudadano corriente: todo es distinto, las librerías se llenan, los lectores son ávidos, hay glorias de la literatura, pero también escritores nuevos con la lupa internacional encima de ellos. En fin. Es un momento para aprovechar. Un aplauso, de nuevo, para sus organizadores, quienes han sabido volver el Hay una conversación permanente entre los invitados, los periodistas y la audiencia en general.
Más allá de la literatura, que es importante difundir y apreciar por su importancia, habrá temas de actualidad: mucho de todo esto irá enfocado al proceso de paz, nuestro principal tema en la agenda política. El hecho de que las ideas se defiendan, al final, con argumentos y no a balazos. No solamente se dará cabida a las versiones dominantes, sino a la puesta en escena de teorías distantes que mucho pueden ayudar a nuestro debate nacional. Está el controversial David Rieff (Contra la memoria), quien teoriza acerca de los perjuicios que lleva crear una memoria compartida del conflicto. Contrario a la primera impresión de la lógica, sí, pero sus argumentos pueden redundar en un mejor esfuerzo, en otra forma de ver las cosas.
Pero hay más. Está, por ejemplo, el exitoso profesor de Harvard Michael Sandel, quien hace de sus cátedras una crítica constante a la fe ciega de los ciudadanos en el mercado. Allá estará conversando, presentando sus agudos puntos de vista en una sociedad que, por supuesto, cree ciegamente en el mercado.
No sólo es Cartagena. Aracataca, por ejemplo, llega a la séptima edición del Hay Festival Riohacha, que será la casa de escritores como Evelio Rosero y Tomás González, o periodistas como el chileno Patricio Fernández Chadwick y artistas como María Mulata y Marciano Martínez, entre otros. La literatura que se gesta en esa región también será puesta en el foco de la escena por cuenta de sesudos análisis de personas provenientes de distintas disciplinas.
Habrá el Hay Verde, totalmente gratuito, para quienes asistan y se sienten a las charlas. El Hay Festivalito, que tiene como preámbulo el proyecto Crecer Leyendo, de la Fundación Plan, orientado a promover talentos y favorecer las habilidades comunicativas de lectura y escritura para niños entre los 6 y los 12 años.
Buen arranque, pues. Que sea un éxito, como siempre. Que sea, además, el punto de unión de una sociedad que a veces luce resquebrajada en torno a un objetivo noble, alejado de toda coyuntura política. Bienvenido el Hay Festival.