En una sola entrevista, el director de la Policía Nacional, general Henry Sanabria, estigmatizó a las personas lesbianas, gais, bisexuales y trans (LGBT) del país, mostró un preocupante desconocimiento sobre métodos anticonceptivos y enfermedades de transmisión sexual (al mismo tiempo que pedía más “educación” sobre el tema), fomentó públicamente conceptos retardatarios sobre las mujeres y compartió prácticas de fundamentalismo religioso en su labor como servidor público. Aunque Presidencia ha buscado defenderlo aludiendo la libertad de cultos, lo que el general está haciendo afecta el comportamiento de sus subordinados y envía un pésimo mensaje al país. Debe haber responsabilidad política por sus afirmaciones.
La entrevista del general Sanabria con la revista Semana es un acto en funciones del director de la Policía. Los servidores públicos no dejan de serlo al hablar de su esfera personal y deben comprender que cuando se expresan, sus subordinados están escuchando y el país entero también. Por eso es tan preocupante todo lo que dijo Sanabria. También es problemático que el presidente Gustavo Petro pretendiera zanjar el tema cuando declaró lo siguiente: “La discusión tiene que ver con dos temas diferentes: uno son las creencias religiosas de él o de cualquier persona, que deben ser respetadas. En nuestro país hay libertad de cultos y nosotros hemos dicho que jamás perseguiríamos a nadie por una creencia religiosa. Lo otro es la separación que tiene que haber entre las funciones propias de un funcionario del Estado y sus creencias. Que la creencia no termine afectando el desarrollo constitucional de una función pública”. ¿Acaso desinformar y estigmatizar a poblaciones enteras en público no afecta el desarrollo de su función pública?
Hablando sobre la prevalencia de VIH en la Policía, el general Sanabria señaló: “Lastimosamente, como somos tantos, hay una comunidad LGBTIQ grande en la institución. No hay de pronto esa educación que les permita a ellos ser cuidadosos en lo que hacen”. Dos agresiones en una frase: primera, enlazar el VIH a las personas LGBT, un estigma que históricamente ha sido usado para excluirlas y que además deja por fuera el hecho de que el virus no distingue según la orientación sexual o la identidad de género; segunda, asumir que cuando las personas se contagian es por falta de educación.
Ese último punto sobre educación es paradójico, pues el director de la Policía omitió decir que el condón previene enfermedades de transmisión sexual, pero sí afirmó que “es un método abortivo”. ¿Cómo se aborta lo que no se ha concebido, general? Que algo sea abortivo no es una opinión, sino un hecho. No solo eso: en Colombia el aborto es totalmente libre hasta la semana 24. ¿Entonces cómo pueden las mujeres del país sentirse seguras con la Policía cuando su director muestra un profundo desconocimiento de sus derechos?
Sigue a El Espectador en WhatsAppNoticias Uno publicó el testimonio angustioso de un oficial de Policía: “Uno por ejemplo no asiste a una misa y eso es un pecado en el interior de la Policía, lo envían a servicios, lo miran mal”, aseguró. También hay denuncias sobre cómo el fundamentalismo religioso afecta traslados y acceso a los altos mandos de la Policía. El Ministerio de Defensa anunció una investigación, pero eso no es suficiente. No es un tema de libertad de culto, que todos los servidores públicos tienen, sino de una persona que está utilizando su cargo para estigmatizar y desinformar a los colombianos, así como dictar el comportamiento dentro de las filas de la Policía. Esa es una forma de agresión.
¿Está en desacuerdo con este editorial? Envíe su antieditorial de 500 palabras a elespectadoropinion@gmail.com.
Nota del director. Necesitamos lectores como usted para seguir haciendo un periodismo independiente y de calidad. Considere adquirir una suscripción digital y apostémosle al poder de la palabra.