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Ese mismo día, Rafael Pardo fue asignado como nuevo ministro de la cartera de Trabajo, revivida (en buena hora) por el presidente Santos después de que el Gobierno pasado la fusionara con la de Protección Social.
Este nombramiento significa muchas cosas, casi todas igual de importantes en términos políticos. En primera medida, deja a la luz la resurrección del Ministerio del Trabajo, una dependencia del Gobierno central que es muy importante para un país como Colombia. Hacen falta, claro, nuevas regulaciones y cosas que enmendar, pero el hecho de tener una institución pública destinada a generar y aplicar políticas públicas que tengan como destino exclusivo el trabajo es bastante bueno. En segundo lugar, el liberalismo vuelve después de estar ocho años por fuera del poder. Esta agrupación de los partidos en torno a la Unidad Nacional, revitalizó al Partido Liberal, que estaba prácticamente muerto dentro de las consideraciones del gobierno pasado.
Tercero, Pardo. Un hombre preparado que durante su vida ha alimentado la experiencia en muchos frentes distintos de la arena política: es un gran negociador (fue vital en el proceso de paz con el M-19, tal vez, la única carta blanca que hay en términos de desmovilización y reinserción), que tiene una buena imagen ante sindicatos, ya que muchos de ellos han celebrado su nombramiento, y, finalmente, está interesado en la política laboral. Fue promotor de la Ley de Primer Empleo en su campaña presidencial y defiende este máximo interés con mucho apasionamiento.
Los retos, sin embargo, no sólo son grandes sino que son muchos. El TLC con EE.UU., que se viene para el 2012, con la necesidad de crear una política fuerte de empleo digno (inmersa en ella, aplicar el Plan de Acción, exigencia número uno del país del norte para ratificar el tratado); el tema de pensiones; la formalización del trabajo para combatir las tasas de subempleo; el hecho nada fácil de no solamente reducir más los números de desempleo sino atender a las causas estructurales que lo hacen alto (como han dicho algunos expertos); las marchas cada vez más avivadas alrededor del mundo, con una repercusión visible en Colombia, y el trabajo decente, posible por las leyes promovidas por este gobierno, pero que van a ser arduamente ejecutables, entre muchas otras.
Es un nombramiento importante, sin duda, pero lleva adjuntos muchos desafíos. La tarea debe hacerse completa y de una forma transparente; aparte de manejar los retos inherentes a la cartera, que son de fondo y exceden la lista precedente, tendrá que asumir también los de forma, como evitar volver esta cartera un fortín burocrático de su partido y también evitar a toda costa realizar populismo para una eventual campaña presidencial. Pardo deberá concentrarse en este ramo, que ha sido su lucha y su propuesta desde hace mucho tiempo. Deberá asumirlo con una gran capacidad de trabajo, liderazgo y compromiso.
No dudamos de que Pardo pueda hacerlo, pero está bien recordárselo a menudo. El retorno del Ministerio es un acierto en la forma, vamos a ver qué pasa a la hora de promover las políticas adecuadas a nivel macroeconómico y el posicionamiento del trabajo como prioridad. Ojalá que, gracias a esto, se haga efectiva una de las más llamativas propuestas de Santos en su candidatura de hace un año: “Con Juan Manuel, más empleo”.