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Evitamos la oscuridad

Esa es la bondad de un plan inteligente y ponderado: sirve incluso cuando las condiciones no son idóneas. A eso debe apuntarle la administración Santos.

El Espectador
04 de abril de 2016 - 02:00 a. m.
Evitar el racionamiento es un triunfo de todos los colombianos y una oportunidad para poner en marcha un plan de sostenibilidad a largo plazo.
Evitar el racionamiento es un triunfo de todos los colombianos y una oportunidad para poner en marcha un plan de sostenibilidad a largo plazo.

El presidente Juan Manuel Santos Santos anunció con alivio el sábado pasado que “el fantasma del apagón desapareció”, lo que en la práctica significa que el país no sufrirá racionamiento de energía (en forma de “cortes preventivos”). Esto se debe al éxito de la campaña “Apagar paga”, que por fin convenció a los colombianos de tomar conciencia sobre sus consumos de energía. Pese a las buenas noticias, no debe pensarse que las fallas del sistema están superadas. Es momento de planear como es debido.

El ahorro empezó tarde. Lo dijimos cuando renunció Tomás González al Ministerio de Minas y Energía, culpado por Presidencia de la falta de medidas adecuadas: la campaña debió empezar mucho antes y el interés tardío del presidente por el tema casi le termina saliendo muy caro al país.

Dicho lo anterior, Colombia respondió con vehemencia al llamado del presidente. Los colombianos ahorraron el 38 % más de lo que el Gobierno había previsto y por eso el promedio diario de ahorro ha sido de 6,72%, por encima del 5 % mínimo que había pedido el presidente (asesorado por expertos) para evitar el racionamiento. En general, fueron 553 gigavatios hora/día lo que los hogares colombianos ahorraron durante estas cuatro semanas, mucho más que los 400 que necesitábamos. No sobran las felicitaciones para todos los que contribuyeron en la causa.

Por supuesto, y como lo pidió acertadamente el presidente Santos, este no es momento para bajar la guardia. Un efecto colateral muy positivo de esta experiencia es que los colombianos, tanto en sus casas como en las empresas y centros de encuentro, se percataron de lo fácil que es ahorrar luz y de que, en efecto, la cultura del desperdicio es innecesaria. ¿Por qué no volver normales esas tasas de ahorro de energía?

Especialmente porque este problema supera la coyuntura. Más allá de los daños y problemas que crearon el “fantasma del apagón”, la lucha para generar energía es de para arriba, y el país no puede seguir obviando la huella ambiental que generan los métodos con los que contamos actualmente. No hay soluciones mágicas ni instantáneas, pero un ciudadano más consciente de su importancia en este tema es un aporte esencial.

Por su parte, el Gobierno no puede dormirse en los laureles de este éxito. Nos repetimos: en cinco años de gobierno Santos han pasado cinco ministros distintos por la cartera de Minas y Energía. Este año veremos el sexto. ¿Qué dice eso de la capacidad de planeación?

La persona que ocupe esa cartera debe proponerle al país un plan concreto y con visión a largo plazo, que cuente con el respaldo político de la coalición del Gobierno, sobre cómo vamos a garantizar la sostenibilidad energética (en armonía, dentro de lo que se puede exigir, con la ambiental) de Colombia. No queremos escuchar en un año o dos que siguieron los vacíos en el cargo de confiabilidad, que hubo mala suerte y que no se tomaron las medidas adecuadas con el tiempo necesario. Esa es la bondad de un plan inteligente y ponderado: sirve incluso cuando las condiciones no son idóneas. A eso debe apuntarle la administración Santos.

Evitamos el racionamiento y aprendimos —esperamos— que el país puede trabajar junto para lograr objetivos comunes. Que ese sea el aporte de este susto.

¿Está en desacuerdo con este editorial? Envíe su antieditorial de 500 palabras a yosoyespectador@gmail.com.

Por El Espectador

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