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La llegada de Radamel Falcao García es una excelente noticia para el fútbol colombiano. Su aterrizaje en Millonarios ayuda a revestir de legitimidad la liga profesional nacional y muestra que nuestro país también puede ser destino de las leyendas del fútbol mundial. La alegría expresada por los hinchas de Millonarios es justificada y, en general, es grato ver que el país no tiene más que agradecimiento por uno de los atletas más determinantes en nuestra historia. Sin embargo, las conversaciones en torno a su contratación, especialmente en lo relativo al impuesto al patrimonio, merecen consideraciones, pues un país no se construye únicamente con buen fútbol. Es necesario que haya buen ejemplo.
La contratación de Falcao estuvo en duda por un motivo inusual: los impuestos que el futbolista tendría que pagar si cambiara su residencia fiscal a Colombia. De hecho, por esa razón se especula que no durará más de seis meses en el país, para evitar un cambio tributario que lo llevaría a pagar el impuesto al patrimonio. En entrevista con la W Radio, el futbolista lo confirmó. Refiriéndose a ese tributo, dijo que “era un impacto muy fuerte que me impedía continuar”. Por eso se quedará menos tiempo del legal para que no tenga que enfrentarlo.
En efecto, el monto del impuesto al patrimonio es considerable. Aprobado de manera permanente en la reforma tributaria del 2022, será del 1,5 % para los patrimonios más grandes hasta el 2026. Después se reducirá a un 1 %. Ese monto elevado lo deben pagar todas las personas con residencia fiscal en Colombia que tengan bienes avaluados en más de $3.388 millones. Es decir, las personas más ricas del país.
Desde la reforma tributaria, las críticas al impuesto al patrimonio han sido múltiples, usualmente por el lobby de aquellos que lo deben pagar. Se ha dicho que no sirve para frenar la desigualdad, que motiva a que las personas saquen su capital de Colombia y que desincentiva la inversión. Sin embargo, Francia, Noruega, España y Suiza tienen impuestos similares y allá como acá se parte de un principio necesario: todos debemos poner, de acuerdo con nuestras posibilidades, para la construcción de una Colombia mejor. Pagar impuestos no es una expropiación ni un acto de caridad, es aportar a que los bienes públicos se mantengan y los problemas del país se enfrenten. Un Estado fuerte necesita recursos.
Este es un debate mundial. En el marco del G20, se está presentando una propuesta de impuesto global a los patrimonios más ricos. Es necesario: si las personas con más recursos no ponen de su parte y si siguen existiendo paraísos fiscales, es difícil que las sociedades avancen. Además, es lo justo en democracias como la que tenemos en Colombia.
En ese marco, por supuesto que Falcao y todas las demás personas con patrimonios elevados tienen el derecho de tomar decisiones sobre su residencia fiscal. No pretendemos, tampoco, opacar la alegría nacional que produce que una leyenda de nuestro fútbol venga a disputar la liga, con todos los efectos positivos que eso implica. Empero, sí es una oportunidad perdida que una ocasión tan importante se use para cuestionar un impuesto que le aporta a la construcción de nación.
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