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La fuerza del Estado y ‘Los Urabeños’

“Para que le quede claro a la autoridad quién manda en esta región”. Con esa contundente frase, alias Pedro —un joven que hace parte de la peligrosa banda armada conocida como ‘Los Urabeños’— advirtió a las poblaciones de varios municipios de Córdoba, Magdalena, Chocó, Sucre y Antioquia que las carreteras permanecerían inmovilizadas por cuenta del paro armado que se dio como respuesta a la muerte de Juan de Dios Úsuga David, alias Giovanny, uno de los líderes de la banda.

El Espectador

07 de enero de 2012 - 08:00 p. m.
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Y así fue. Cinco departamentos que tienen comunicación directa con el Urabá, quedaron con el transporte inmóvil. Dieciséis municipios, por lo menos, estaban llenos de miedo por cuenta de ‘Los Urabeños’, por sus panfletos que ordenaban (a destajo, como si no existiera una autoridad legal constituida) que el comercio no se moviera, que las personas no se desplazaran, que las alcaldías no atendieran, que los órganos de control se quedaran quietos. Una situación terrible, por decir lo menos.

El panfleto con el que comunicaron previamente la inmovilización del comercio, del transporte, de “todo en general”, y la consecuente paralización absoluta que caracterizó a estas zonas el día jueves, son muestra clara de que las bandas criminales (al servicio del narcotráfico) aún tienen poder. Un poder muy grande: las imágenes de los pueblos en paro eran la prueba. No pensábamos los colombianos que estas acciones —otrora de la guerrilla en las épocas de su auge militar— pudieran repetirse hoy en día. El ataque a la libertad de transporte y de comercio. La intranquilidad.

El presidente Santos, como expresándose por medio de un símbolo, rompió, ante los medios, el panfleto. Y manifestó a su vez que el peso de la ley, las recompensas por los paraderos de los miembros de la banda criminal y la fuerza pública no se harán esperar. Ya hubo confrontación, pues, del Estado a las bandas que le hacen la guerra a la ley.

Varias cosas quedan de este episodio. Primero, el ropaje ideológico que ‘Los Urabeños’ quieren tener. Ese llamado “Ejército que lucha por la reivindicación social y la dignidad de nuestro pueblo”, autodenominado grandilocuentemente las “Autodefensas Gaitanistas de Colombia”, con supuestos ideales que se traslucen en los trazos del comunicado, trata de esconder su esencia: el narcotráfico. Y también su pasado: el legado terrorífico de las autodefensas y de alias Don Mario. Segundo, la capacidad que tienen y el rápido auge con el que se expandieron. Muchos analistas coincidieron en su momento al decir que la banda de los hermanos Úsuga (antes miembros del Epl), otrora casi desconocida, se expandiría rápidamente a lo largo y ancho de muchos municipios, tomándose a sangre y fuego una posición criminal poderosa. Y así es: la muestra fue el paro armado. Y tercero, que aún vivimos en un país donde la fuerza de la mafia sigue intacta en muchos territorios.

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El Estado, por tanto, deberá reforzar mucho más su presencia en estas zonas. No puede haber un abandono de ningún tipo, ya que estas bandas criminales podrían seguir creciendo en los territorios. E imágenes como las del jueves, terribles y desoladoras, deberían no existir después de tanto énfasis que supuestamente se puso en la seguridad nacional. Hace mucho no veíamos eso: las carreteras paralizadas, imposibilitando el paso de vehículos de personas. No sólo la seguridad sino también la libertad de locomoción se vio minada, un derecho constitucional que debería garantizar, en primer lugar, el Estado. Hasta allá llegan los límites de estos “nuevos” grupos.

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El Gobierno está aún a tiempo de frenar y desaparecer esta terrible realidad.

Por El Espectador

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