
Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
Un juez encontró que Google utilizó su incomparable poder para monopolizar de manera ilegal el negocio de las búsquedas en internet. Entre sus mecanismos para aplastar competidores está entablar contratos multimillonarios de exclusividad (por ejemplo, el 15 % de todos los ingresos de Apple vienen por su acuerdo con Google), cerrar cualquier oportunidad para las nuevas empresas y manipular el mercado con su fuerza. Sin embargo, ese mismo juez se negó a obligarlo a vender Chrome o Android, dos piezas claves en el monopolio, y acaba de sancionarlo con medidas que parecen ridículas teniendo en cuenta el daño. Se trata de una decisión judicial con implicaciones en el mundo entero y que muestra la dificultad de proteger la libre competencia cuando existen empresas tecnológicas con tanto poder.
Como discutimos en su momento cuando ocurrió el fallo sobre el monopolio, Google tiene un poder ineludible en el mundo digital. Eso la ha convertido en una empresa con poder para coartar la innovación y la competencia. Su navegador, Chrome, tiene 70 % del mercado global. Su servicio de búsqueda tiene el 90 % de ese mercado. Android representa el 73 % de los sistemas operativos móviles en el mundo. Por eso, los abogados del Gobierno de los Estados Unidos habían pedido que se obligara a la empresa a vender algunos de esos servicios. Todo parecía indicar que así sería, pero la sanción final decepcionó a las voces más críticas. En esencia, el juez del caso obligó a Google a compartir parte de su información confidencial del servicio de búsqueda con sus competidores y le prohibió firmar contratos de exclusividad. Es todo.
Elizabeth Warren, senadora estadounidense, dijo que “en vez de recuperar la competencia y acabar con la dominancia de Google, esta decisión es una palmadita en la muñeca en respuesta a un comportamiento ilegal que ameritaba dividir al gigante tecnológico”. De manera un poco más cruda, el director de Epic Games lo explicó así: “es como si una persona robó una serie de bancos y la corte lo encontró culpable de los robos, pero luego lo condenó a libertad condicional mientras puede seguir robando bancos”. No es exageración.
El asunto es sencillo: si la sanción por construir un monopolio ilegal no rompe el monopolio ni tampoco sirve de precedente para evitar prácticas en contra de la competencia, se convierte en un simple costo adicional de hacer negocios. Después de años de prácticas ilegales, Google sólo tendrá que hacer unas pequeñas modificaciones que no afectarán su negocio. Se crea, entonces, un incentivo para violar la ley. Es peor que una simple palmadita en la muñeca; el juzgado está permitiendo que la empresa hallada culpable se siga lucrando de sus malos actos. Perdemos todos los participantes del mundo digital.
¿Está en desacuerdo con este editorial? Envíe su antieditorial de 500 palabras a elespectadoropinion@gmail.com
Nota del director. Necesitamos lectores como usted para seguir haciendo un periodismo independiente y de calidad. Considere adquirir una suscripción digital y apostémosle al poder de la palabra.