Son diez los que se volaron la semana pasada, según lo que dijo la ministra de Medio Ambiente, Luz Helena Sarmiento. Versión que desmiente y contrasta el director de Fauna, la autoridad ambiental en Puerto Triunfo: no es que se hayan volado de un día para otro, le dijo a este diario. Diez o quince, de un día para otro, o en semanas o meses enteros, lo cierto es que los hipopótamos cruzan con facilidad las cercas de Nápoles y se van por ahí, sueltos, a asustar a los pobladores. ¿Que es un problema solo de los humanos que tanto han maltratado a los animales por siglos? No tanto. Es uno de biodiversidad también: ahí están en peligro las poblaciones de nutrias y de manatíes.
Las soluciones no parecen ser fáciles. ¿Que por qué no los devuelven a su hábitat natural en África? Por el riesgo de que lleven consigo enfermedades tropicales. De dos que trajo Escobar, hoy hay 40, lo que revela el nivel estrepitoso de su reproducción. ¿Pueden castrarlos para que no se reproduzcan así y finalmente desaparezcan de una forma no tan traumática? Costaría la bicoca de $80 millones por hipopótamo: como la que hizo Carlos Valderrama, un médico veterinario experto en este tema, con la ayuda, claro, de varias organizaciones nacionales y de otros países. ¿Sacrificarlos a todos? Es la opción menos costosa, por supuesto, y la que acabaría con este problema de raíz. La cuestión es que los protectores de animales tienen razón: no hay por qué alentar esta conducta en contra de un animal inocente, aunque peligroso.
¿Entonces? Pues es hora de que desde el Gobierno Nacional, en conjunto con las autoridades locales, ambientalistas expertos y protectores de animales, empiecen a tomar las medidas necesarias. Las de contingencia, primero: cerramientos eficaces, zonas de control, el traslado de algunas manadas a otros sitios, esterilizar a los machos y sacrificar a algunos que estén fuera de control, como el mismo Valderrama explicó a este diario. Ante la imposibilidad de un zoológico que pueda admitirlos, este parece ser el camino expedito para empezar a actuar. ¿Y lo necesario? Ahí sí les damos la palabra a los expertos: ¿Cómo hacemos, de dónde sacamos el dinero, cómo generamos una zona libre para que los hipopótamos no naturales en nuestro entorno puedan coexistir con el resto de especies en Colombia? No será fácil, pero es hora de hacerlo.
Y es hora de hacerlo porque la solución sencilla no se tomó en su momento. Ahora que tenemos una manada fuera de control, es que empezamos a prender las alarmas. Uno más de tantos ejemplos del mal manejo del medio ambiente que existe en este país. Por ahora, atendamos lo urgente. Ojalá no tengamos que repetir el caso del famoso hipopótamo Pepe, el agresivo escapado de Nápoles que hubo que sacrificar en su momento. Ya no más, por favor.