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La Cámara de Representantes tomó una decisión nefasta por su raciocinio homofóbico y por las razones que se esbozaron detrás de la votación. En un acto que no solo desafía a la Corte Constitucional, sino que demuestra que los prejuicios siguen vigentes en la Rama Legislativa, se tumbó un artículo de la reforma laboral que permitía la licencia de paternidad o maternidad para las parejas del mismo sexo. Lo único que pretendía la norma era reconocer que en nuestro país la adopción igualitaria está permitida hace años y que esas familias diversas merecen protección. Pero utilizando una manipulación retórica, se echó para atrás y se abrió un debate que ya debería estar saldado.
Ya tendremos tiempo y espacio para discutir la reforma laboral en su integridad, pero es urgente comentar esta modificación. Lo que debería aprobarse por consenso terminó despertando un escándalo que muestra cómo las fuerzas ultraconservadoras y retardatarias ejercen indebida influencia en el Congreso. La propuesta era muy sencilla. El artículo decía que “la pareja adoptante del mismo sexo definirá, por una sola vez, quién de ellos gozará de la licencia de paternidad y quién la de maternidad, en las mismas condiciones previstas para las familias heteroparentales adoptantes”.
Tiene sentido: desde 2015, la Corte Constitucional permitió la adopción homoparental en el país. El Congreso, una y otra vez, se negó a legislar sobre el asunto, creando de facto una desprotección para las parejas del mismo sexo, por lo que se hizo necesaria la intervención del tribunal. Y lo que ha pasado es que familias llenas de amor y responsabilidad han podido darles hogar a niños, niñas y adolescentes que estaban en el sistema del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar. No ocurrió el apocalipsis que los oponentes de la adopción igualitaria predijeron en sus argumentos llenos de terror. La igualdad demostró ser una buena apuesta.
Por eso la reforma laboral, en su intento por mejorar las licencias de paternidad y maternidad, debe reconocer la realidad de las familias colombianas. Hay padres y madres en relaciones homoparentales que necesitan poder estar con sus bebés, que merecen esa protección. ¿Qué sentido tiene que la Cámara se niegue a aprobar el artículo en cuestión?
Luis Miguel López, representante conservador, lideró el lobby en contra. En su cuenta de X escribió que lo que hicieron “fue dar claridad sobre el mico con el que querían elevar a rango legal la adopción de parejas del mismo sexo”. Después agregó que “estamos hablando del derecho de los niños, entonces abramos la discusión de manera amplia y con argumentos científicos y técnicos”.
Como suele ocurrir con la homofobia, lo peor del prejuicio está entre líneas. ¿Cuáles argumentos científicos y técnicos, representante? Incluso cuando se dio este debate no había ninguna universidad seria que se opusiera a la adopción homoparental. Los años de experiencia muestran lo que ya sabíamos: que las familias diversas no son peligrosas ni merecen discriminación. Aquí la frase “argumentos científicos y técnicos” lo que esconde es la intención de negar la igualdad y retroceder al país a un estado injusto en términos de acceso a los derechos. Las familias diversas son motivo de orgullo y no necesitan estar fundamentando su existencia. Buscar que lo hagan es homofobia.
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