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Fueron enviados 170 drones, 120 misiles balísticos y 30 misiles crucero desde Irán hasta Israel. El 99 % de ellos fueron derribados por aviones ingleses, estadounidenses y por las defensas antiaéreas de los mismos israelíes. Los daños de los que sí aterrizaron fueron reducidos y no afectaron a civiles ni a miembros del Ejército. Con esto, Irán da por saldado su derecho a la “legítima defensa”. En vísperas de la respuesta del gobierno de Benjamín Netanyahu, que al cierre de esta edición seguía en deliberaciones con su consejo de guerra, el mundo necesita recordar que de poco nos sirve escalar los conflictos ya existentes. También se evidencia la urgencia de un cese al fuego a los ataques en la Franja de Gaza.
El envío de los drones y los misiles generó pánico en las personas porque se trata de un ataque directo de un país a otro con grandes capacidades militares e incluso con armas nucleares de por medio (aunque la información sobre Irán en ese sentido es limitada). Sin embargo, en esas extrañezas de las relaciones internacionales, se trató de un gesto que puede llevar a desescalar las agresiones. Nos explicamos: Irán culpa a Israel de haber bombardeado su consulado en Damasco (Siria). Ese ataque mató a seis ciudadanos sirios y a siete miembros de los Guardianes de la Revolución, incluidos dos generales: Mohammad Reza Zahedi y Mohammad Hadi Haj Rahimi. Por eso, Irán invocó su derecho a la legítima defensa y lanzó el ataque contra Israel. Sin embargo, el método utilizado estaba diseñado para reducir los daños: como fue avisado, eso permitió que todo fuese interceptado. En un comunicado, Irán dijo que con esto entendía el asunto como “saldado”, un mensaje a los países aliados de Israel de que no desea escalar.
Podríamos entrar en el juego de ver si el ataque estaba justificado o no. Por ejemplo, Israel, a la fecha, no se ha atribuido el bombardeo en Damasco. Sin embargo, lo clave aquí es que todos los involucrados no parecen interesados en que se dé ese escalamiento. Joe Biden, presidente de los Estados Unidos, ha sido particularmente incisivo en privado y en público en expresarle su apoyo a Israel, más en asegurar que su país no acompañará una contraofensiva. Reino Unido y la Unión Europea han ido en la misma dirección. La gran interrogante al cierre de esta edición, no obstante, es qué hará el gobierno de Netanyahu, dado a la impulsividad.
El contexto que no puede olvidarse en esta coyuntura es eso último. Netanyahu lidera una nación democrática que sin embargo cayó en un régimen ultraderechista que ha cometido crímenes de guerra en la Franja de Gaza. Al otro lado está Irán, una autocracia religiosa que tiene sometido a su pueblo y se ha dedicado a exportar terrorismo por el mundo, buscando desestabilizar el planeta, y no reconoce a Jerusalén. Ambos están en guerra “invisible”, atacándose en terceros países en operaciones encubiertas. Una confrontación directa sería catastrófica para la región y el mundo entero.
Debemos, entonces, insistir en la paz. No solo entre Israel e Irán, sino para la Franja de Gaza. El bombardeo a Palestina debe detenerse cuanto antes. No podemos seguir con tanta violencia.
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