Su ratificación en el cargo es un reconocimiento a una intensa labor que comenzó por un importante proceso de reingeniería, el cual pone de nuevo al banco en el lugar de importancia que le corresponde. Sin embargo, los retos por venir no son sencillos.
Moreno combina una buena dosis de experiencia en el campo económico y financiero con sus cualidades diplomáticas y de negociación. Éstas, sus reconocidas habilidades, le permitirán seguir capoteando una región compleja, que necesita de recursos frescos para adelantar inaplazables programas sociales y de desarrollo en beneficio de sus habitantes. El alivio de la deuda a los países con mayores índices de pobreza, por ejemplo, así como el liderazgo asumido frente a la crisis en Haití, dan una muestra de que la capacidad de acción del BID puede estar a la altura de las expectativas y deseos regionales. El año pasado, hay que resaltarlo, el BID concedió un nivel récord de créditos por US$15.500 millones.
En este sentido, el haber sacado adelante en la pasada Asamblea General de Cancún la ansiada recapitalización del BID, a pesar de las reservas que en un inicio pudieron tener algunos de sus accionistas mayoritarios, es un hecho destacable. Sin embargo, parte del reto que le espera radica en poder traducir el capital suscrito de US$70 mil millones en una cantidad mayor a la de los US$1.700 millones de capital pagado, lo cual le permitirá aumentar su nivel de préstamos y programas prioritarios. Precisamente uno de los requerimientos hechos a la administración es que existan mayores herramientas que midan la real eficacia y tangibilidad de los proyectos aprobados.
Otro tema sobre el que debe trabajarse en el ámbito interno, aunque no depende directamente del presidente del organismo, es el de su gobernabilidad. Sería muy importante que el BID pudiera tener un sistema similar al del Banco Europeo de Inversiones, o al de la CAF, entidades en las que existe una asidua delegación por parte de los accionistas en el presidente de la institución, y que no cuentan con un directorio residente de alto nivel. En los dos casos mencionados, las reuniones de su directorio permiten evacuar, en poco tiempo, temas prioritarios sobre operaciones que así lo ameriten. Si esto se llega a lograr, el Banco Interamericano podría gozar de una mayor agilidad y flexibilidad a la hora de aprobar los proyectos, los mismos que con frecuencia sufren engorrosos trámites en momentos en que los países prestatarios los necesitan con mayor urgencia.
También es importante que el BID, en el futuro, pueda desarrollar su recientemente aprobada política de acceso a la información. En un mundo tan intercomunicado como el actual, ésta debe ser de fácil acceso y consulta para todos aquellos que deseen conocer más en profundidad la manera como se desenvuelve el banco. Todo proceso que ayude a apuntalar la transparencia es más que bienvenido.
En síntesis, las dudas frente a la utilidad de los bancos de desarrollo van quedando sepultadas. Bajo la gestión de Moreno se consiguieron más dineros y se impulsó el buen desempeño de la región, incluso hacia temas anteriormente omitidos, como el de la agenda ambiental. Está entonces por verse si la que viene será “la década de América Latina”, como el mismo Moreno lo anunció.
Por El Espectador
