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Las amenazas de las disidencias de las FARC lideradas por alias Calarcá contra Noticias Caracol merecen una respuesta contundente por parte del Gobierno. El video que difundieron al final de la semana pasada, cuando la Unidad Investigativa del noticiero publicó unos archivos secretos incautados por las autoridades, es una agresión directa contra la libertad de prensa, una muestra de la ausencia de voluntad de paz, un insulto contra los colombianos y un precedente muy peligroso para la seguridad de todas las personas que trabajan en Caracol. La prensa se debe respetar, especialmente cuando no se está de acuerdo con lo que ha publicado. El video de las disidencias de Calarcá es risible en sus delirios. En un momento, el grupo guerrillero criminal habla de su propia moral, que “es y será siempre indeleble”. Que lo digan mientras están armados, en guerra contra el Estado colombiano legítimo y acumulando procesos judiciales en su contra muestra su desconexión con la realidad. Sin embargo, lo más grave es lo que dijeron después. Refiriéndose a Caracol Televisión, acusaron a la Unidad Investigativa de su noticiero de buscar obstaculizar el proceso de paz. Después lanzaron una amenaza gravísima: “La pregunta es, si tanto les gusta la guerra a algunos periodistas, ¿por qué no se ponen el camuflado? La información errónea, la desinformación, los discursos de odio son violatorios del derecho internacional humanitario, por lo tanto esas falsedades los hacen un actor del conflicto armado”. Tenemos que repetir la gravedad de lo dicho: un grupo criminal está diciendo que periodistas que los están investigando son actores del conflicto.
En respuesta, la Fundación para la Libertad de Prensa (FLIP) explicó que “los señalamientos no solo ponen en riesgo máximo a todos los trabajadores y periodistas de Noticias Caracol, sino también a todos los periodistas que informan sobre las actividades de estos grupos armados”. También agregan que, “al afirmar que Caracol Televisión es un actor del conflicto por hacer su trabajo, estos grupos cruzan una línea extremadamente grave: distorsionan el papel de la prensa, ubican a los periodistas en el terreno de la confrontación y los ponen en la mira, como si informar fuera un acto de hostilidad”. La Fundación le pide al presidente Petro y a los negociadores de su Gobierno que alcen la voz de protesta contra lo ocurrido. Sin embargo, la Casa de Nariño pasó el fin de semana publicando mensajes en X cuestionando las intenciones de la publicación de Noticias Caracol y enviando mensajes confusos sobre lo que en verdad ocurre dentro del Gobierno.
Tenemos que ser claros. Una cosa es criticar la labor periodística de cualquier persona que esté en este oficio. Eso es válido, aunque, como comentamos la semana pasada, en varias ocasiones las críticas de Presidencia a la publicación de Noticias Caracol parecen no entender qué fue lo que se denunció. Otra, totalmente inaceptable, es asumir que el trabajo se publicó con el objetivo de torpedear el proceso de paz. La información que dio a conocer el noticiero es de suma importancia para el país. Tan es así que la Fiscalía, después de año y medio dormida, anunció investigaciones. Lo mismo hizo la Procuraduría, e incluso el presidente Petro parece estar buscando respuestas dentro de su gobierno. Eso es una labor pública que se cumple cuando se vigila al poder, se comparte la información y se verifican las fuentes. Ante eso, Calarcá y compañía responden con violencia. ¿Así pretenden firmar la paz y participar en el debate democrático? El rechazo debe ser contundente.
* Nota del editor: El Espectador hace parte del mismo grupo de medios de comunicación al que pertenece Noticias Caracol.
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