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La apuesta de Venezuela sin Juan Guaidó

04 de enero de 2023 - 05:05 a. m.
Reconociéndose vencido por una mayoría que pide acabar con su "presidencia encargada", el opositor Juan Guaidó llamó a la sensatez.
Reconociéndose vencido por una mayoría que pide acabar con su "presidencia encargada", el opositor Juan Guaidó llamó a la sensatez.
Foto: EFE - MIGUEL GUTIÉRREZ

La mayoría opositora venezolana decidió iniciar el año con una nueva estrategia que les permita derrotar en 2024 a Nicolás Maduro. Ante la incapacidad de sacar a Maduro del poder y regresar a la democracia, optaron por retirarle a Juan Guaidó la condición de presidente encargado de un gobierno interino y apostar el todo por el todo para el año entrante. Según esta nueva estrategia, el paso siguiente será lograr en los diálogos con la dictadura, en México, las condiciones idóneas para las elecciones y, sobre esa base, organizar unas primarias para elegir a un candidato de consenso.

Tras la invasión de Rusia a Ucrania, diversos temas comenzaron a cambiar en el mundo. La subida de los precios del petróleo llevó a Estados Unidos, con nueva administración, a un acercamiento con Caracas para acceder al crudo. De paso, pusieron como condición que se reanudaran los diálogos entre el Gobierno y la oposición, que se encontraban congelados. De otro lado, con la llegada de nuevos gobiernos de corte progresista a la región, entre ellos el de Colombia, y el reconocimiento del régimen de Maduro, el interinato de Guaidó perdió relevancia. Esto llevó a que el llamado G-3 (del que hacen parte los partidos Primero Justicia, Acción Democrática y Un Nuevo Tiempo) decidiera modificar radicalmente la estrategia y ponerle fin a la fallida experiencia.

Lo cierto es que los intentos de solución a la grave crisis de Venezuela fracasaron. La novedosa propuesta jurídica de reemplazar a un presidente ilegítimo fue, en enero de 2019, la mejor salida para los venezolanos. Hubo un efecto internacional inmediato y cerca de 60 países reconocieron, con mayor o menor compromiso, a Juan Guaidó como presidente encargado. Entre ellos, y de manera especialmente activa, estuvieron los Estados Unidos y Colombia. La opción de llevar a cabo un cerco diplomático, con al apoyo de la mayoría de los gobiernos vecinos, parecía ser una idea válida, frente a quienes en Washington querían utilizar la fuerza militar contra Maduro.

En febrero de 2019 se dio la primera medición de fuerzas con el intento de asestar un golpe definitivo a la dictadura. En la frontera se organizó un gran concierto de solidaridad con Venezuela, se esperaba una deserción masiva de militares y se creyó que cientos de miles de venezolanos llegarían a Cúcuta a recibir una esperada ayuda humanitaria. La presencia allí de los entonces presidentes Iván Duque, Sebastián Piñera (de Chile), Mario Abdo Benítez (Paraguay) y Juan Guaidó fue un gran fiasco. Más adelante vendría otro intento de insurrección en Caracas, tras la fuga del líder opositor Leopoldo López, que tampoco fructificó. Luego, un intento de invasión marítima, que partió de La Guajira colombiana y se saldó con un baño de sangre. Adicionalmente, se habían presentado serias evidencias de corrupción en el manejo de jugosos recursos que manejaban algunos funcionarios del interinato, producto de bienes incautados al régimen de Maduro en Estados Unidos.

Ahora hay muchas preguntas y las respuestas son poco claras. ¿Había que reconocer al régimen Maduro? Los integrantes del G-3 creen que no había otra opción. ¿Cómo queda la oposición por dentro? La nueva movida comienza con un golpe al partido de Leopoldo López y Juan Guaidó, Voluntad Popular, lo que desde ya hace prever que la tan esperada unidad opositora continúe fragmentada. ¿Van a continuar los diálogos con verificación de los acuerdos alcanzados? Es el deseo de todos, pero no hay que olvidar que el régimen de Caracas ya ha desconocido antes los compromisos pactados con el fin de continuar en el poder, pues la opción de perder en unos comicios legítimos no está en sus previsiones.

De momento, a escala interna y en el plano internacional, se espera que en esta nueva etapa se logre concretar lo que no se pudo en los últimos cuatro años. Es una apuesta arriesgada, pero de momento no parece haber otra salida posible.

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