La complicada Ley Lleras

El Espectador
20 de abril de 2018 - 02:30 a. m.
La protección de los derechos de autor es un fin loable y necesario. Un buen régimen en este tema fomenta la creatividad, el flujo de ideas y la justa remuneración. / Getty Images
La protección de los derechos de autor es un fin loable y necesario. Un buen régimen en este tema fomenta la creatividad, el flujo de ideas y la justa remuneración. / Getty Images

El Gobierno Nacional lleva siete años intentando pasar distintas versiones de la misma regulación, una actualización al régimen de derechos de autor en Colombia para adaptarlo al mundo digital. Conocida como la Ley Lleras (por haber sido impulsada originalmente por el entonces ministro del Interior, Germán Vargas Lleras, quien no tiene nada que ver con la versión actual del proyecto), se ha convertido en una obsesión porque es una deuda pendiente con el TLC entre nuestro país y Estados Unidos. El miércoles, por fin, avanzó en el Congreso el proyecto y se acerca su aprobación. Sin embargo, persisten muchas preguntas y queda en el ambiente la frustración de haber perdido la oportunidad de dar un debate mucho más rico y provechoso para Colombia.

No todo es negativo. Aunque la Ley Lleras ha ganado pésima fama porque las críticas de los usuarios de internet y de las organizaciones que buscan la protección de los derechos en el mundo digital no han sido escuchadas, algo inusual y muy bienvenido ocurrió antes del miércoles pasado: el Gobierno cedió. Como resultado, las comisiones primeras de Senado y Cámara le dieron el visto bueno a un proyecto que incorpora varios ajustes que se venían pidiendo desde hace un buen tiempo.

En particular, por ejemplo, están las excepciones en el quiebre de medidas tecnológicas de protección (MTP). Éstas hacen referencia a mecanismos que no permiten copiar determinados archivos o acceder a ellos sin contar con la contraseña adecuada. Son muy útiles para proteger los derechos de autor en el mundo digital de contenidos protegidos, pero también se convierten en un lastre innecesario para los investigadores, que se encuentran con archivos que deberían poder consultarse con fines académicos. Antes, la normativa no permitía excepción alguna: cualquier vulneración de las MTP estaba prohibida. Ahora se establecieron limitaciones.

Ese es el corazón del problema. Regular internet no puede responder a los mismos paradigmas de los derechos de autor en el mundo físico. Se ha dicho en otros países, pero aquí no se ha querido dar la discusión de manera abierta y compleja. Como escribió Carolina Botero en El Espectador, “el error político del Gobierno es creer que el derecho de autor es tan sólo un marco legal de un sector económico. No, se trata de las reglas de juego del mundo digital”. No es cualquier bobada.

La urgencia manifestada por la administración de Juan Manuel Santos es entendible. Aprobar la Ley Lleras no sólo cumple con uno de los pactos esenciales del TLC entre Colombia y Estados Unidos, sino que ha sido solicitado por este país para apoyar nuestra entrada a la OCDE, uno de los esfuerzos más grandes realizados por el Gobierno en estos ocho años. Además, la protección de los derechos de autor es un fin loable y necesario. Un buen régimen en este tema fomenta la creatividad, el flujo de ideas y la justa remuneración.

Por eso es lamentable que la discusión no haya tenido mejor voluntad. La coyuntura se ha diluido en un enfrentamiento entre activistas y usuarios y el Gobierno con su afán de sacarla adelante.

Dicho eso, ya que esta no fue la gran y moderna reforma que el mundo digital merece, por lo menos celebramos que el Gobierno esté siendo mucho más receptivo a los aportes. Debería seguir haciéndolo en los debates que quedan. Que no se les olvide que esto, más que una carta de acceso a un grupo selecto, afecta a todos los colombianos y el futuro de la creatividad en nuestro país.

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Por El Espectador

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