La distancia entre gritar “¡fraude!” y demostrarlo

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El Espectador
31 de mayo de 2018 - 02:00 a. m.
Deben realizarse las investigaciones pertinentes y dar cuentas de si, en efecto, se trató de errores humanos, de cuántos fueron y cuál fue su alcance. / Foto: Mauricio Alvarado
Deben realizarse las investigaciones pertinentes y dar cuentas de si, en efecto, se trató de errores humanos, de cuántos fueron y cuál fue su alcance. / Foto: Mauricio Alvarado
Foto: MAURICIO ALVARADO
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Las sospechas no son irracionales. Desde hace un par de días, en redes sociales se empezaron a distribuir una serie de imágenes de formularios E-14, documentos que diligencian los jurados de votación en cada elección, con claras alteraciones en el número de sufragios a favor del candidato Iván Duque, ganador de la primera vuelta. Aunque la Registraduría ha dado explicaciones, debe continuar respondiendo las preguntas de los ciudadanos con total transparencia y no descuidar el tema. Es necesaria la cautela por parte de todos los involucrados.

En Twitter fue tendencia el hashtag #FraudeElectoral, que se convirtió en el espacio para que los ciudadanos publicaran capturas de varios E-14 que están publicados en la página de la Registraduría. En ellos se observan modificaciones a la raya, que funciona para señalar los espacios vacíos, y convertirla en un número que le suma votos a Duque. Las alteraciones, vistas con suspicacia, son ridículas e invitan a pensar en malas intenciones.

Gustavo Petro, competencia de Duque para la segunda vuelta, escribió en su cuenta en esa red social que la Fiscalía debería “comenzar investigación inmediata a los jurados de las mesas que se van reportando con formularios E-14 adulterados” y aseguró que “estos fraudes de los E-14 solo se pueden hacer si la Registraduría local permitió jurados de un solo partido”.

En redes, voces más radicales han sugerido que se comprueba así un fraude electoral y que esto pone en duda todos los resultados del pasado domingo.

Insistimos: aunque las sospechas son racionales y exigen respuestas, es importante ser cautelosos. Las acusaciones exageradas vulneran la democracia.

La Registraduría explicó que “puede ocurrir que en algún formulario E-14 exista un tachón o enmendadura, porque estos son diligenciados por personas”.

Además, contó que son tres los documentos E-14: el de transmisión, el de delegados y el de clavero, y que sin contrastar los tres, no se puede hablar de fraude. La Registraduría dijo que los contrastó y observó “la coincidencia de los resultados”.

Por su parte, la Misión de Observación Electoral dijo que está realizando el contraste de los formularios y que, si bien es posible que algunos formularios hayan sido modificados, pues sigue siendo un proceso “manual y complejo”, no es probable que haya sido una cantidad suficiente para actuar de manera “decisiva frente al resultado final”.

Es momento de la prudencia. Por un lado, invitamos a la Registraduría y al Gobierno a que no subestimen la indignación que se está cocinando en la ciudadanía. Estamos en medio de una campaña polarizada, llena de resentimientos y tensiones. Esto, unido a que los formularios sí dan motivos de duda, exige una respuesta más contundente. Deben realizarse las investigaciones pertinentes y dar cuentas de si, en efecto, se trató de errores humanos, de cuántos fueron y cuál fue su alcance. También, si hay motivos para sospechar la mala fe.

Por parte de los ciudadanos interesados, la vigilancia debe ser constante, pero dispuesta a comprender explicaciones racionales. Es más fácil y cómodo, especialmente para los que fueron derrotados electoralmente, denunciar un fraude. Pero en ese proceso arrastran la legitimidad de nuestra democracia, creando daños irreparables a toda la sociedad.

¿Está en desacuerdo con este editorial? Envíe su antieditorial de 500 palabras a yosoyespectador@gmail.com.

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