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Pedro Sánchez, presidente del gobierno de España, enfrenta una grave crisis en la cual su credibilidad, y la del Partido Socialista Obrero Español (PSOE), se ven seriamente lesionadas. El motivo es la dimisión, ante señalamientos de corrupción, de Santos Cerdán, quien ocupaba el cargo de mayor poder en el partido como secretario de Organización y se consideraba el portavoz indirecto de Sánchez. También vincula a José Luis Ábalos, quien desempeñó el mismo cargo hace unos años. Aunque ambos aseguran su inocencia, el presidente de Gobierno ha pedido excusas públicas.
El escándalo adquiere una especial trascendencia por la gran cercanía de Cerdán y Ábalos con Pedro Sánchez. Las pruebas presentadas fueron suministradas por el asesor Koldo García, que entregó unas grabaciones donde se habla de la repartición de grandes sumas de dinero, según la Guardia Civil. Cerdán dimitió de todos sus cargos orgánicos en el PSOE y entregó el acta de diputado. A pesar de que desde hace años se habían formulado señalamientos con respecto al tema, Sánchez lo había defendido. Como lo mencionó El País en un editorial, “ambos habían sido colaboradores íntimos del presidente en su batalla por el liderazgo del partido. Ábalos fue, además, ministro de Transportes y durante tres años compaginó la gestión del partido, incluida la tesorería, con la adjudicación de obra pública. Sánchez nunca ha explicado por qué cesó a Ábalos en julio de 2021. Lo incluyó en las listas cuando ya había sospechas sobre él. A Cerdán lo ratificó en diciembre de 2024, con Ábalos ya imputado”. Esta es la gravedad de la situación.
Antes también hubo casos de corrupción en el Partido Popular (PP). Frente a esos hechos, Sánchez había generado un ambiente de confianza que le permitió ganar las últimas elecciones. La sensación generalizada es que su credibilidad está seriamente deteriorada y la respuesta del presidente no ha logrado aclarar los grandes interrogantes que se plantea la opinión pública. ¿Cómo fue posible que una persona con tal importancia, poder, cercanía con Sánchez y clara visibilidad, presuntamente se convirtiera en el jefe de una trama corrupta? ¿Nadie vio o se atrevió a prender las alarmas? ¿Adónde fue a parar o para qué se utilizó el dinero obtenido? El proceso judicial dará las respuestas a estos interrogantes. El juez del caso solicitó a Cerdán que declare voluntariamente el 25 de junio, antes de imputarlo.
El presidente trata de minimizar los daños y busca enfocar la crisis hacia su partido, del cual es secretario general, en cuya sede dio las excusas al electorado, para tratar de salvar a su gobierno. De momento, el apoyo dentro del propio PSOE está resquebrajado y algo similar ocurre con sus socios de la coalición de gobierno, que no quieren cargar con el costo que acarrea la crisis. De allí que Sánchez prefiera la opción del voto de confianza ante las cortes. Tendrá que negociar, con la habilidad política que lo caracteriza, primero con los sectores rebeldes de su partido y, simultáneamente, con sus socios de la coalición que intentarán obtener ventajas especiales.
El ideal sería que, dada la gravedad de los hechos y el laberinto frente al cual se encuentra, el jefe de Gobierno adelante los comicios y deje que los electores decidan sobre el próximo gobierno. Sánchez no lo hará, pues sabe muy bien que la posibilidad de un triunfo en las urnas es mínima, ante el avance de la derecha del PP y de la ultraderecha de Vox.
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