La irresponsabilidad de acusar a Álvaro Uribe

El Espectador
26 de enero de 2018 - 02:30 a. m.
El oportunismo político con que se ha manejado todo el asunto es la prueba de la inmadurez del debate público nacional y del machismo irreflexivo. / Gustavo Torrijos - El Espectador
El oportunismo político con que se ha manejado todo el asunto es la prueba de la inmadurez del debate público nacional y del machismo irreflexivo. / Gustavo Torrijos - El Espectador

Las acusaciones que han circulado contra el expresidente Álvaro Uribe, con ocasión del escándalo que generó una columna en El Espectador de Claudia Morales, son irresponsables, injustificadas y peligrosas. Además, son una ofensa directa contra Morales y, de paso, todas las víctimas de crímenes similares, que están viendo cómo la sociedad saca lo peor de sí cuando se atreven a contar lo que les ocurrió. El oportunismo político con que se ha manejado todo el asunto es la prueba de la inmadurez del debate público nacional y del machismo irreflexivo.

Morales contó cómo el poder de su agresor la llevó a guardar silencio sobre lo que le ocurrió. En su texto explica por qué ella y tantas mujeres prefieren callar a denunciar. Hace un llamado a la empatía, la prudencia, y además les envía un mensaje inequívoco a todas las víctimas de la violencia sexual: no están solas.

Colombia, sin embargo, no entendió el mensaje. Como la periodista menciona que su agresor fue uno de sus jefes, en redes sociales empezaron las especulaciones y señalamientos contra todos los hombres poderosos con los que ella había trabajado. El miércoles, los ataques se concentraron en el expresidente Álvaro Uribe, a quien le exigían respuestas y lo tildaban de ser el responsable de lo ocurrido.

No hay ninguna prueba que vincule a Uribe ni a ninguno de los jefes de Morales con los hechos. Sí, sin duda alguno de ellos es “Él”, el culpable, pero la decisión de la periodista de mantener silencio exige que opere la buena fe con ellos. ¿Es frustrante no saberlo? Por supuesto. Ese era uno de los puntos de la columna en cuestión: los delitos sexuales están plagados de la frustración profunda que produce la impunidad y la necesidad de callar. Morales nunca hizo un llamado para que el país llenara de ruido su silencio, que es elocuente y doloroso.

Aprovecharon quienes odian la causa política del expresidente para utilizar la columna como prueba de sus carencias de personalidad. Mientras tanto, muchos defensores del uribismo salieron, en medio de la indignación, a desacreditar a Claudia Morales y a dudar de su relato, como si ella hubiera señalado directamente al expresidente; como si, al hacer eso, no se percataran de que están fomentando que cientos de miles de mujeres víctimas se callen porque nadie les va a creer y, en cambio, van a ser sujetas al escarnio público si se atreven a denunciar.

Aunque entendible, la respuesta del expresidente y sus aliados a la controversia, deja muchísimo que desear. En su cuenta de Twitter, Uribe se refiere a Morales como “la señora”, expresión con tufo a desdén, y en ningún momento aprovecha para rechazar públicamente la instrumentalización de una denuncia válida y necesaria por parte de sus opositores. Como líder, haría bien el expresidente en defenderse, pero, al mismo tiempo, lamentarse de que las víctimas de la violencia sexual deban callar, y pedirles a sus seguidores que no maltraten a Morales.

Lamentable toda esta situación. Una vez más, el debate público nacional demuestra que es incapaz de estar a la altura de temas tan complejos. El resultado es que las víctimas van a seguir prefiriendo callar.

 

¿Está en desacuerdo con este editorial? Envíe su antieditorial de 500 palabras a yosoyespectador@gmail.com.

Por El Espectador

Temas recomendados:

 

Sin comentarios aún. Suscribete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta política.
Aceptar