La regla flexible

El Espectador
02 de abril de 2019 - 05:00 a. m.
Aunque haya razones válidas para justificar la flexibilización, no resulta claro cómo se evitarán los efectos negativos a mediano plazo. / Foto: iStock
Aunque haya razones válidas para justificar la flexibilización, no resulta claro cómo se evitarán los efectos negativos a mediano plazo. / Foto: iStock

Aunque la flexibilización de la regla fiscal se entiende por el influjo de migrantes venezolanos y por un Gobierno Nacional que no pudo aprobar su ambiciosa reforma tributaria como la había planteado, queda sobre la mesa una preocupación que puede afectar la sostenibilidad del país: ¿cómo vamos a cumplir con las metas de reducción del déficit a mediano plazo?

La regla fiscal opera como una garantía para los inversionistas extranjeros y nacionales. Sin importar quién esté en el Gobierno, el compromiso de Colombia como Estado ha sido cumplirla, de tal manera que sus deudas no se salgan de control y haya estabilidad a largo plazo. Por eso, se trata de una medida que no puede ignorarse con facilidad.

No obstante, en ocasiones la realidad económica del país exige ajustes extraordinarios. Por ende, el mecanismo de flexibilización de la regla existe: el Gobierno, a través de su Ministerio de Hacienda, le explica las razones extraordinarias a un comité independiente para poder hacer ajustes económicos que no cumplan con la normativa.

En este caso, el ministro de Hacienda, Alberto Carrasquilla, invocó los costos extraordinarios por la migración de venezolanos como el motivo para incumplir la regla. El comité le dio la razón. En su acta expresó que “los dividendos económicos de la migración se materializarán gradualmente en la medida en que la población venezolana se integre a la actividad económica e ingrese, sobre todo, a la formalidad. Así, el Comité concluye que el tamaño del choque fiscal es finito tanto en años como en magnitud”.

Estamos de acuerdo en la necesidad urgente de que el país invierta recursos para la normalización de los migrantes. Además de ser un acto de solidaridad y empatía acorde con los principios del Estado colombiano, se trata de una apuesta a futuro que mejorará las condiciones de toda la sociedad colombiana.

Dicho eso, no puede ignorarse que la flexibilización de la regla fiscal ocurre después de una Ley de Financiamiento que fue desmantelada en el Congreso. Si la propuesta es que el déficit quede cerca de un punto porcentual a mediano plazo, ¿cuál es el plan para conseguirlo si este año se acerca a tres?

Ya vimos que una reforma tributaria no va a ser la forma. El Gobierno quemó mucho capital político en las discusiones del año pasado y aun así no pudo tapar todos los huecos que necesitaba. Además, las calificadoras de riesgo y los inversionistas no ven con buenos ojos que se estén aprobando reformas de este estilo cada dos años.

Otra opción es la reducción de los gastos y del tamaño del Estado, pero no parece viable alcanzar el déficit deseado por esa vía.

Queda, entonces, la venta de activos del Estado. Sin embargo, hacerlo para cubrir gastos corrientes es un error y demuestra falta de visión.

Haría bien el Gobierno en explicarnos cómo va a evitar que esta flexibilización tenga efectos negativos a mediano plazo. ¿O se dejará el problema para la próxima administración, cuando quizás sea muy tarde?

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Por El Espectador

 

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