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Desde el año pasado, la SIC le había dado un plazo de 15 días a Tu Ticket para cumplir con la devolución del 90 % de los dineros que les debía a sus usuarios. No se trata, por cierto, de una orden menor. En total, estamos hablando de montos ocasionados por la devolución de 1.910 boletas de 17 espectáculos que no se realizaron o se modificaron, entre 2015 y 2016, en ciudades como Bogotá, Medellín y Barranquilla.
Según la SIC, el monto no restituido asciende a $380 millones.
Antes de entrar en los detalles de la decisión, un paso ineludible es ponerse en los zapatos de los consumidores. Su frustración es entendible. Confían en una empresa para tramitar las entradas, las cuales usualmente van acompañadas de costos de servicio, y además de que no pudieron disfrutar el evento por una cancelación inesperada, luego tienen que esperar varios años para recibir el reembolso al que tienen derecho. Sin la presión de una entidad como la SIC, ¿quién defiende a estas personas?
Por eso, es de celebrar que, además de ejercer vigilancia, la Superintendencia esté mostrando los dientes y aplicando sanciones ejemplarizantes.
En particular, Tu Ticket deberá ser bloqueado por 30 días en Colombia. Además, la SIC prohibió a la compañía “ejercer en el territorio colombiano cualquier actividad de venta e intermediación de boletería para espectáculos públicos”, según se lee en un comunicado de Tu Ticket. Finalmente, la Superintendencia también le solicitó al Ministerio de Cultura que proceda con la cancelación del registro de la compañía como operador y productor de espectáculos públicos en el país.
A la fecha de la expedición de la sanción, sólo el 39 % de lo ordenado a ser devuelto se había enviado a los consumidores. ¿Quedan acaso dudas sobre la idoneidad del castigo?
Es entendible que en el desarrollo de los negocios se presenten imprevistos y demoras en el cumplimiento de las obligaciones. Sin embargo, cuando ha pasado tanto tiempo, todo parece indicar una negligencia que estaría ayudada por el abuso de poder: ante un gigante como Tu Ticket, es poco lo que un consumidor particular puede hacer.
Por eso es tan importante que se siga reforzando la labor de las superintendencias como vigilantes de los derechos, en este caso, de los consumidores a través de la SIC. No se trata de ejercer presiones indebidas, sino de exigir unos mínimos de responsabilidad que, además, fomentan la confianza de los colombianos en las empresas y, así, se dinamiza la economía. El mensaje es claro: no es tolerable el incumplimiento reiterado de las promesas.