La urgencia de la política en Cataluña

El Espectador
03 de octubre de 2017 - 02:00 a. m.
El gobierno español no ha asumido la responsabilidad histórica que le corresponde y el presidente  no ha estado a la altura de los acontecimientos. / AFP
El gobierno español no ha asumido la responsabilidad histórica que le corresponde y el presidente no ha estado a la altura de los acontecimientos. / AFP
Foto: AFP - LLUIS GENE

La polémica jornada del domingo en Cataluña terminó mal para todos. A pesar de la prohibición, un buen número de catalanes participaron en un referendo independentista. Para frenarlo, el presidente del gobierno español, Mariano Rajoy, ordenó el uso de la fuerza, lo que dejó más de 800 personas que debieron ser atendidas. Carles Puidgemont, presidente de la Generalitat catalana, ofreció ayer un ramo de olivo al solicitar la presencia de un mediador internacional. Sin desestimar la ley, el diálogo político es el camino que se impone.

Si bien es cierto que este choque de trenes se veía venir desde hace varios años, las consecuencias del mismo siguen siendo inciertas. Rajoy desestimó lo acontecido al decir que lo que hubo fue una escenificación de referendo y, con respecto a la mano dura, expresó que “se ha demostrado que el Estado tiene recursos para defenderse”. Por último, anunció una ronda de consultas con todos los partidos que tienen representación parlamentaria. Mientras tanto Puidgemont solicitó formalmente la presencia de un tercero de alto nivel que medie en el conflicto, antes de proceder a anunciar la independencia de Cataluña. El PSOE, que ha acompañado a Mariano Rajoy en este tema, como principal partido de oposición, condenó la fuerza desmedida empleada por la Policía Nacional y la Guardia Civil contra civiles inermes que querían votar. Ciudadanos, movimiento cercano al Partido Popular (PP), en el poder, le ratificó su apoyo.

Las fórmulas hay que buscarlas a través del dialogo y la negociación. La opción de un esquema federalista puede ser analizada. Es obvio que ha pasado un tiempo importante, en especial en los últimos años, en el cual se han hecho distintos intentos de acercamiento entre los independentistas y el gobierno en Madrid. Que dentro del propio Parlamento catalán la opinión está dividida entre sus miembros sobre la conveniencia o no del separatismo. Que hay un grupo radical que desea desconocer, a como dé lugar, la institucionalidad del Reino de España y las leyes que lo sustentan. Sin embargo, hay un gobierno, el actual, que no ha asumido la responsabilidad histórica que le corresponde y un presidente que, todo parece indicar, no ha estado a la altura de los acontecimientos. Si la política es el arte de lo posible, como se menciona con frecuencia, en este momento quedó demostrado que no se supo hacer uso de la misma.

Como bien lo señala el diario El País en su editorial de ayer, al referirse a Puidgemont y a la presidenta del Parlamento, “lejos de comportarse como dirigentes de todos los ciudadanos de su país, han exhibido impúdicamente su condición de facciosos dando muestras de un increíble sectarismo. Y lo han hecho con desprecio a la Constitución, al Estatuto de Cataluña (…) Son injustificables en Rajoy su pasividad, su impericia y la delegación de responsabilidades”.

Aún hay muchas preguntas en el aire sobre los aspectos formales del referendo. Se sabe que la mayoría de los 2.315 colegios electorales abrieron sus puertas y que había material electoral. En total fueron cerrados 319 colegios. Aunque extraoficialmente se habla de un 90 % de votos por el Sí, no se sabe cuándo se conocerá el resultado final. Una vez se cuente con esta información, el Parlamento debe reunirse en las 48 horas siguientes y declarar la independencia en una sesión plenaria.

No está de más retomar lo dicho por El País: “Lo que tiene que aclarar su presidente, si es capaz de ello, es lo que verdaderamente quiere y está dispuesto a hacer para que este país y sus 17 autonomías tengan un proyecto de futuro, en democracia y pacífica convivencia”. Ese es el reto.

 

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Por El Espectador

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