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Las consecuencias de la irresponsabilidad

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11 de junio de 2022 - 10:28 p. m.
El informe sobre lo que sucedió el 6 de enero de 2021 en Washington debería demostrarle al mundo la gravedad que implica un líder populista e irresponsable. / Fotografía: Leah Mills (Reuters).
El informe sobre lo que sucedió el 6 de enero de 2021 en Washington debería demostrarle al mundo la gravedad que implica un líder populista e irresponsable. / Fotografía: Leah Mills (Reuters).
Foto: REUTERS - Leah Millis
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En el Congreso de Estados Unidos tuvo lugar el jueves pasado una audiencia destinada a presentar ante el país los resultados de una investigación bipartidista que permitirá demostrar, con pruebas, qué fue lo que realmente sucedió el 6 de enero de 2021, durante la toma del Capitolio en Washington, D. C. En este hecho vergonzoso, fanáticos seguidores de Donald Trump, alentados por él, protagonizaron lo que la comisión que investigó los hechos ha calificado como un “intento de golpe”. Este informe debería demostrarles a los ciudadanos, así como al mundo, la gravedad que implica para el ejercicio de la democracia un líder populista e irresponsable.

El informe final de la comisión, que recoge una buena cantidad de testimonios, muchas horas de videos e indagaciones sobre los confusos hechos, no parece dejar dudas sobre sus principales conclusiones. A pesar de que aún faltarían, en principio, otras cinco sesiones, todo apunta a demostrar una relación directa del entonces presidente y personas de su entorno con algunos de los organizadores de la toma del Congreso. De esta manera se echa por tierra la teoría conservadora según la cual la acción violenta, que se saldó con al menos cuatro muertos, fue un hecho circunstancial ocurrido al calor de los acontecimientos.

La gravedad de esta conclusión es que está vinculada con la negativa de Trump para aceptar su derrota electoral frente a Joe Biden, el invento de un fraude que nunca existió y el impulso dado a una multitud de fundamentalistas que buscaban que ese día no se reconociera oficialmente a Biden como ganador. De esta manera, como lo dijo el congresista demócrata Bennie Thompson, quien dirige el comité, “el 6 de enero fue la culminación de un intento de golpe, un intento descarado (…) de derrocar al gobierno”.

Las imágenes inéditas presentadas deberían hacer recapacitar a los ciudadanos. Infortunadamente, la polarización que existe en Estados Unidos lleva a que un número significativo de republicanos crean que sí hubo fraude, a pesar de todas las evidencias en contrario, y desestimen el informe final de la comisión. A pesar de que su vicepresidenta Liz Cheney es republicana, fue defenestrada de su partido y fueron muy pocos los conservadores que participaron en este proceso. El partido, como tal, justifica su rechazo al decir que la presentación del informe solo busca distraer la atención de la opinión pública de los muchos problemas de popularidad que tiene Joe Biden, comenzando por la inflación, los altos precios de la gasolina y la escasez de fórmulas para los niños lactantes. Por otro lado, la principal cadena de televisión de la derecha estadounidense, Fox News, se negó a transmitir la audiencia.

A pesar de todo, en tiempos de la posverdad y los hechos alternativos, como los definió Trump, hay una gran probabilidad de que el Partido Republicano gane en las elecciones de noviembre, tanto para el Senado como para la Cámara de Representantes, que hoy están en manos de los demócratas. De ahí a un posible retorno de Donald Trump para aspirar a la Presidencia y ganarla, dentro de dos años, no hay sino un paso.

Si una investigación seria —que demuestra el vínculo entre el entonces presidente y los grupos de nacionalistas y supremacistas de la ultraderecha que puso en entredicho la continuidad democrática del país— no logra mover la conciencia de los ciudadanos estadounidenses, la posibilidad de que estos hechos puedan repetirse a futuro no es un escenario inimaginable, sino una preocupante realidad.

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