Llegó la hora de la justicia climática

El Espectador
23 de enero de 2018 - 04:00 a. m.
Ya es posible establecer una correlación entre niveles históricos de emisiones y el cambio climático como un fenómeno causado por el hombre. Los responsables, a rendir cuentas. / Pixabay
Ya es posible establecer una correlación entre niveles históricos de emisiones y el cambio climático como un fenómeno causado por el hombre. Los responsables, a rendir cuentas. / Pixabay

Ante la desidia de muchos gobiernos y multinacionales, cada vez más organizaciones y grupos de ciudadanos se están volcando hacia los estrados judiciales para combatir el cambio climático. La iniciativa del papa Francisco para promover la llamada justicia climática da cuenta de una tendencia mundial que pretende pedir cuentas a los mayores contaminantes del planeta para que asuman su responsabilidad, no solo ambiental sino también social y económica, en los estragos que el cambio climático causa a los territorios y las comunidades.

Al reciente caso de la Alcaldía de Nueva York, que demandó a las cinco empresas petroleras más grandes del mundo para exigirles que paguen los daños que le dejan a la ciudad los cada vez más frecuentes desastres naturales, se suma ahora Ética en Acción, una iniciativa de la ONU y el Vaticano que pretende que las principales multinacionales de petróleo y gas se comprometan voluntariamente a reducir sus emisiones y a ayudar a cumplir las obligaciones ambientales establecidas en el Acuerdo de París. De no cooperar, Ética en Acción emprendería acciones legales de alcance internacional para obligar a empresas y gobiernos a indemnizar a las comunidades más afectadas por los nefastos efectos del cambio climático y la contaminación, que hoy son una realidad innegable.

Según un estudio realizado por Naciones Unidas y la Universidad de Columbia, cada vez se documentan más casos de litigios medioambientales en todo el mundo, y como augura César Rodríguez Garavito en su columna de El Espectador, solo es cuestión de tiempo para que se empiecen a dar luchas similares en Latinoamérica y en Colombia.

Con el antecedente de las consultas populares en contra de la minería, y la incapacidad del Gobierno y de las autoridades ambientales para proteger los ecosistemas y promover el desarrollo sostenible, la justicia climática es la respuesta a la que muchos ciudadanos están acudiendo para exigir acciones reales y efectivas.

Muchos casos de justicia climática han sido exitosos en otras partes del mundo, pues están respaldados por investigaciones que inclinan la evidencia a su favor. Gracias a avances científicos recientes, ya es posible establecer una correlación entre eventos climáticos extremos causantes de desastres, niveles históricos de emisiones y el cambio climático como un fenómeno causado por el hombre. Como explicó Erik Solheim, director del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, “la ciencia puede defenderse en una corte, y los gobiernos deberían asegurarse de que sus respuestas al problema también puedan hacerlo”.

Ya es hora entonces de que los principales contaminantes y emisores empiecen a rendir cuentas, y de que los gobiernos se den cuenta de que si no invierten en atacar las causas, deberán hacerlo en ayudar a las comunidades vulnerables para adaptarse a las consecuencias negativas que ya están sufriendo. Se cierran cada vez más los espacios a seguir burlando con retórica desarrollista el compromiso con el planeta.

 

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Por El Espectador

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