Es momento de decir Sí

Apostar con el Sí por la implementación de este acuerdo es abrir una puerta de nuevas posibilidades para que esta nación adolorida pueda comenzar a cicatrizar sus heridas y construir una sociedad diferente, más justa, más incluyente y en la que, sobre todo, la vida recupere el valor que perdió al paso del conflicto.

El Espectador
01 de octubre de 2016 - 09:00 p. m.
¿Por qué no ensayamos la paz? / Foto: AFP
¿Por qué no ensayamos la paz? / Foto: AFP

Tomar partido en una elección democrática es usual en muchos medios de comunicación del mundo. Incluso lo fue en El Espectador durante muchos años, en aquellas épocas cuando las ideas liberales que siempre ha defendido este periódico se identificaban con las luchas del Partido Liberal. Eso cambió conforme la política y el periodismo fueron tomando caminos independientes e intereses diferentes de la lucha ideológica se fueron tomando la política. Hoy vive Colombia una elección vital y esas reflexiones sobre un periodismo de opinión que toma partido vuelven a estar sobre la mesa.

Fue por allá en la década de los 70 del siglo pasado, y curiosamente luego de una elección que dejó muy divididos y adoloridos —como está el país hoy— a amigos de esta casa, cuando Guillermo Cano Isaza escribió que El Espectador no volvería a tener candidato en unas elecciones. Desde entonces, esta casa ha seguido la norma de no adherir ni sugerir por quién votar, bajo la concepción además de que el voto es un acto de íntima libertad y autonomía que debe ser respetado. También, como una garantía de libertad para sus periodistas en el ejercicio de su profesión.

Romper esa línea de conducta hoy, podría parecer a simple vista una voltereta acomodada. Y sin embargo, sentimos que no podemos esquivar en este momento trascendental para el futuro del país la responsabilidad de tomar partido por el Sí a los acuerdos con las Farc, que entendemos como una oportunidad histórica para señalarle un nuevo rumbo a Colombia.

Es cierto que hay puntos particulares de estos acuerdos que generan dudas y que vistos individualmente resultan intolerables, pero no tenemos duda alguna de que el equipo negociador y el norte que le trazó el presidente de la República estuvo allí tomando cada decisión con el bien de la patria como principio tutelar, y que lo que consiguió acordar con el enemigo es ni más ni menos lo que se podía alcanzar para que este país tenga una oportunidad de construir la paz y renovarse en clave de reconciliación.

Decirle No a esa opción que se nos ofrece de construir juntos un futuro diferente nos parece respetable, sí, pero inconcebible. Quedarse con la idea de que este acuerdo es “mejorable”, como pregona la campaña por el No, es dar un salto al vacío. Apostar con el Sí por la implementación de este acuerdo, en cambio, es abrir una puerta de nuevas posibilidades para que esta nación adolorida pueda comenzar a cicatrizar sus heridas y construir una sociedad diferente, más justa, más incluyente y en la que, sobre todo, la vida recupere el valor que perdió al paso del conflicto.

Hoy, al decir que en nuestra opinión el Sí es el voto correcto para el bien de este país, no estamos traicionando aquella posición de neutralidad que prometió Guillermo Cano frente a los procesos democráticos. Mucho menos estamos traicionando sus valores en la lucha contra el crimen y, en particular, contra el narcotráfico, que sabemos ha sido fuente de lucro criminal para las Farc. A punto de conmemorar 30 años de su asesinato, sus palabras para otro momento de ilusión con la paz que se frustró parecen escritas para hoy: “Hemos siempre formado parte del débil e inerme ejército de la paz, porque tiene que existir alguna diferencia que distinga en la sociedad humana entre quienes le rinden culto a la fuerza y quienes le rinden culto a la inteligencia y el espíritu del hombre que es, al fin de cuentas, lo que lo separa de los seres irracionales e inferiores”. Y se preguntaba en otra Libreta de Apuntes “por qué no se recurría al ensayo que nunca se había hecho en la búsqueda de la paz”.

No seamos inferiores a la oportunidad que este acuerdo nos ofrece. ¿Por qué no ensayamos la paz?

¿Está en desacuerdo con este editorial? Envíe su antieditorial de 500 palabras a yosoyespectador@gmail.com.

Por El Espectador

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